miércoles, 18 de abril de 2012

La Educación es cosa de TOD@S

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Estoy preocupada porque veo en mi timeline de Twitter y de Facebook observaciones que me sorprenden. No por su ingenio, no, sino más bien por su falta de profundidad... o porque, a mis ojos, se quedan superficiales, viniendo de personas que tengo en muy alta consideración, tanto intelectual como ideológicamente (lo afectivo, en este artículo, pensaba dejarlo de lado...)

Hemos entrado en un periodo oscuro para el servicio público, para la sociedad del bienestar; especialmente afectada se ve la Educación financiada con fondos públicos. El ministro Wert (ese que no da una) ha propuesto una serie de medidas a las comunidades autónomas para reducir el "gasto" en sus respectivas partidas educativas (totalmente transferidas las competencias de prestación de este servicio no puede hacer mucho más en el corto plazo) y así contener el déficit público global del Estado. 

Se confunde gasto con inversión, como dice mi amigo @jonsarean, porque en Educación todo lo que se gasta se recupera en forma de ciudadanos y ciudadanas educados; pero esto no es exclusivo de la educación; en investigación está pasando lo mismo; y en sanidad, aunque no me lo he estudiado a fondo, está ocurriendo más de lo mismo (presumo que la medicina preventiva se verá muy afectada): es un problema de las democracias parlamentarias, que son cortas de vista, y la mirada no les alcanza para nada que vaya a ocurrir "más allá del horizonte" de su mandato, esto es, pasados 4 años... 

Supongamos que se decide que las mamografías preventivas a mujeres en edad madura, como yo, se realicen cada 4 años, en lugar de cada 2 (que era la pauta en Navarra); el ahorro está claro... si uno no sabe conjugar el futuro imperfecto: ¿cuánto costará el tratamiento de aquellas mujeres cuyo cáncer de mama no se detecte precozmente, en comparación con el coste de la mamografía más el del tratamiento precoz? ¿Y cuánto costará lo que no se puede pagar con MasterCard? (la primera interrogación es sobre números, la segunda sobre seres humanos, personas, que casi siempre están detrás de los números...)

El coste a 20 años que tendrá para una sociedad reducir la inversión en Educación, en la medida que ha estimado necesaria el gobierno del Estado para reducir el déficit público de este año, y las que está tomando para asegurar esa reducción un número indeterminado de años es... ¡incalculable! Quienes creemos en la Educación como motor del cambio social, y personal, sufrimos porque nuestro modelo de sociedad y de desarrollo se aleja de nuestras manos un poco más, y presumiblemente, de las de las próximas generaciones: es una cuestión filosófica, ideológica, y también práctica, porque para nosotros y nosotras, el combustible que mueve el mundo no son las diferencias que llevan a unos desear estar en el lugar de los otros, sino la colaboración, la resolución conjunta de los problemas, la solidaridad y el anhelo de vivir en un mundo más justo y más libre. Estas creencias, sueños o ideas no son exclusivos de las personas que trabajan en las escuelas, o de las familias de los niños y niñas que acuden a ellas. No es como soñar con un convenio mejor para los trabajadores del metal. Y de igual forma, la lucha, la exigencia, la movilización, sean estas del tipo que sean, usen los medios que usen, han de ser CIUDADANAS, y pensando en el largo plazo, en el futuro. 

Podemos, también, aventurar algunas consecuencias inmediatas de las medidas propuestas por Wert: abandono temprano del alumnado por falta de adaptación; fracaso por necesidades educativas no atendidas; deterioro del clima de aula, de trabajo, de convivencia en el centro; fracaso en las PAU, o en la propia Universidad; Loly Álvarez, @peralias, hace una buena revisión de las implicaciones de algunas de las medidas en su último post. Hay muchas cuestiones de orden práctico que van a afectar a la calidad del servicio educativo. Algunas de ellas incidirán muy directamente en el desempeño profesional, en las condiciones laborales del profesorado. Y tendrán repercusión en el alumnado, y en las familias también. Es posible considerar que las y los docentes, como trabajadores, y como profesionales, puedan manifestarse en contra, y llevar a cabo protestas sectoriales, como cualquier otro grupo o sector; muchas de esas reivindicaciones tendrán un fuerte apoyo de otros trabajadores, o de otros colectivos a los que las medidas también afectarán, y con los que tienen fuerte relación, como asociaciones de estudiantes y asociaciones de padres y madres de estudiantes. De hecho, la Plataforma por la Enseñanza Pública está constituida por todos los sectores (aunque no por todos los colores), y ya ha anunciado que convocarán movilizaciones en todo el Estado. Creo que la Plataforma piensa en un modelo de servicio educativo (o varios, pero parecidos), y por tanto en el medio plazo. Y nuevamente es una iniciativa CIUDADANA. También hay iniciativas ciudadanas que celebran las medidas, concretamente la Concapa, que no sé si es que no dice lo que piensa, o es que no piensa lo que dice...

He "oído" algunas voces inesperadas, como dije al principio, preguntándose si las familias, los padres y las madres, no deberían empezar a hacer algo... Y creo que la pregunta está fuera de lugar, pero es muy posible que no entienda la pregunta. Y si yo no la entiendo, tal vez necesita ser reformulada.  Las familias, y las personas que no tienen familia también, en general, ciudadanos y ciudadanas, estamos haciendo lo que nos parece correcto a cada uno; nos manifestamos, escribimos en nuestros blogs, compramos camisetas de la #mareaverde, twitteamos indignados, o tristes, o desesperados por la ignorancia, estupidez o mala fe de nuestro Ministro. Algunos, como apuntaba @ainhoaeus, concentran sus energías en defender sus puestos de trabajo, o en buscarse uno nuevo. Lamentablemente, en el corto plazo, no vamos a parar nada con nuestras acciones, pero todo el mundo se pronuncia; llamar a las familias, específicamente, reclamar que "empiecen a hacer algo", es desconsiderado con las que ya lo estamos haciendo, pero sobretodo, es un error de estrategia, sobre todo viniendo de algunas voces. Porque si precisamente en esas "voces" hay un atisbo de reproche, la guerra está perdida...

... o tal vez, insisto, no he entendido nada.

ADDENDA. Imprescindible la lectura de (a fecha de hoy) dos post, y los correspondientes comentarios, para completar el panorama:
- "Carta a las familias de mi centro" de Miguel Rosa y
- "Previsión Meteorológica: Tormenta Perfecta" de Fernando Trujillo

8 comentarios:

  1. Yo vivo esto de una manera doble: como técnico y como ciudadano.

    Como técnico de la educación, simplemente me han cambiado el escenario. Pero ese cambio a mí me afecta poco. Creo que mis métodos de trabajo y los fundamentos que los sostienen son perfectamente compatibles con 35 alumnos. Y si me apuras, con 60. Tan solo tengo que afinar algunas cosas para mejorar las garantías de atención personalizada, que es la parte complicada.

    Lo de las tIC me complica más, bastante más. Pero también creo que tengo buena respuesta para esos escenarios. Aunque de esto no estoy tan seguro como de lo anterior (hablo como técnico aún, insisto).

    También como técnico de la educación creo que va a haber mucho profesorado que va a sufrir bastante en este nuevo escenario. Sus métodos transmisivos ya tenían problemas con 30 alumnxs, no te cuento con 35-40. Y eso va a generar crispación en las aulas.

    En fin, que como técnico de la educación, veo esto como un riesgo pero, sobre todo, como una oportunidad. Estoy obligado al optimismo profesional.

    Como ciudadano no me gusta nada lo que hacen. Ni mucho ni poco. Nada. Porque aumentar la ratio e incrementar el número de horas implicaría formar al profesorado para abordar esa nueva situación. Una ratio mayor y un número mayor de horas de clase, con menos horas de atención al alumnado, a las familias, etc., generan un escenario exigente. Al que se puede dar respuesta perfectamente. Pero no mañana. El profesorado, como colectivo, y salvo excepciones puntuales, no está preparado para eso. No podía estarlo porque no era la línea de trabajo. Y un cambio profundo, como ese, exige una atención al trabajador. Por tanto, de fondo, es un pensamiento de que la educación no importa y da igual como se haga. Y eso me cabrea. Mucho.

    También me cabrea mucho la falacia de Wert. Porque, sabiendo que le van a llover críticas ha elegido asociar su postura a una idea que a él no le gusta (el constructivismo social). Y así, de paso, salpica. Un grupo más numeroso da más oportunidades de socialización: eso es cierto. Pero él usa un argumento cierto como una falacia, porque, en realidad, no hace nada para que esa oportunidad se desarrolle. Y así, de paso, salpica.

    Como ciudadano sé que va a haber resultados: menor nivel de atención personalizada, aumento de la conflictividad en el aula. Eso abrirá la brecha entre alumnado que progresa y alumnado que no. Y sé que de paso tratarán de culpar a teorías educativas que no son las suyas de los problemas.

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    1. Entendido, como ya te he comentado en FB. Después de leer la carta abierta de Miguel Rosa, creo que la clave está en comunicar, en informar a todo el mundo de lo que va pasando, para variar, y sin miedo; esto es lo que hay. Creo que sería un buen ejercicio... para unos, y para otros...

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  2. Francamente, tengo días en que me desanimo y no sé hacia dónde lanzar mi frustración o impotencia ante los recortes en educación. Artículos como el tuyo, María, me sirven para recuperar un poco el norte.

    Hace unos días leí en un comentario del periodista @pablorovira lo siguiente: "Si eres periodista educativo, podrías titular el 90% de las entrevistas con "es necesario un pacto de estado por la Educación" (https://twitter.com/#!/pablorovira/status/190363723985190912). Y añadía que su papel como buen periodista era no "caer" en ese titular.

    Yo tampoco sé decir cuál es la pregunta que debemos hacernos. Tal vez necesitemos más de una. Sin embargo, sí creo útil tu mensaje: "La Educación es cosa de TOD@S". Perdemos demasiado tiempo echando balones fuera, pidiendo la movilización de unos o de otros, no de todos.

    Más nos vale unir fuerzas antes de que se acaben las posibilidades (e incluso los motivos) para protestar.

    Un saludo

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    1. Muchas gracias por tu comentario, me alegra que sirvan para algo mis reflexiones; por ejemplo, para compartir las ideas, los puntos de vista, apreciar las diferentes sensibilidades...

      Seguimos compartiendo :D

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  3. Me voy a poner un poco harripotterriana... por eso de que estamos leyendo ya el 7º libro y porque la ficción duele menos. Cuando Voldemort toma el Ministerio y manda a los dementores y a los mortífagos a hacerse con Howarts, todos pelearon contra la magia oscura y el imperio del terror: familias, profesores/as, alumnos/as... no porque quisieran salvar Howarts (y a eso voy) sino porque no era una cuestión de mejor o peor educación, sino de sociedad, política y poder.

    Esta es una pelea global. Yo estoy con @jlcastillo en que, como "profesional de la enseñanza" tengo que asumir lo que me toque con los recursos que me correspondan. Ya me las apañaré para hacerlo aceptablemente bien. No me preocupa tanto el aumento de ratio, el asunto de cubrir bajas o que me bajen el sueldo. Trabajé durante casi 20 años en condiciones laborales duras, dando 7 horas de clase al día (más de 9 cuando alguien enfermaba) sin saber si cobraría a fin de mes... y en ese tiempo innové, publiqué, creé materiales, formé a otros... Las lágrimas de bastantes docentes (voy a ser amable y no pondré "muchos") son de cocodrilo, de "lo mío", y esos docentes piden, casi exigen a las familias que les apoyen en las protestas, cuando nunca han ido a protestar contra un desahucio.

    Si cada vez que un político corrupto robó hubiera un grupo de 200 ciudadanos/as en su puerta, no habrían robado tanto. Si cada vez que alguien nos dice que defrauda a Hacienda no le miramos con admiración sino con mala cara, no habría tanto dinero negro corriendo por las alcantarillas. Educar no es solo lo que se hace en la escuela, sino una resposabilidad ciudadana. Educar y presionar a quien se enriquece o pretende enriquecerse a costa de otros. Tolerancia cero a la corrupción.

    Si no nos preocupáramos tanto por tener más que el vecino, un coche más grande, más caro, una comunión más lujosa, una ropa más cara... tampoco estaríamos atrapados por los bancos.

    O sea: olvidémonos de vivir cómodamente, no porque vienen duras sino porque de otra manera nos seguirán tomando el pelo y robando a cara descubierta. Hay que despertar y ¡¡desengancharse de matrix!! ;-)

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    1. Para qué pocos matices dan los 140 caracteres de twitter. Estoy totalmente de acuerdo., el problema real es de modelo social, y la crisis económica se utiliza como excusa para perpetuar el modelo, cuando es su causa y cada vez está más claro que es insostenible.

      Solo hay una cosa que me da miedo de ver el problema de forma global: cuanto más "grande" es la visión, más divergentes son los caminos, más diferentes los modelos ideológicos. Las "luchas" pequeñas permiten una cohesión que tal vez las más grandes no facilitan...

      Muchas gracias por tu magnífico comentario.

      Nos vemos pronto,

      Maria

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  4. Ayer miré las montañas de la sierra y pensé: míralas qué tranquilas, conlaquestácayendo (es un adverbio de modo, tiempo y lugar de nuevo cuño). No hay que esperar que los docentes sean seres superiores dotados de una visión certera del universo, pero haberlos haylos. Cuando encuentras a docentes pata negra, te recuerdan a esas montañas: aguantan lo que les echen porque están fabricados con otros materiales. En cierto sentido tienen superpoderes y uno de sus superpoderes es el de no sentirse poderosos. Lo demás es gente normal, igual que la que trabaja en las fábricas, en los edificios de oficinas, en los campos o en los aeropuertos. No creo que haya que esperar acciones más o menos nobles que las de muchos colectivos profesionales a los que les va a cambiar la vida este ligero bache psicoeconómico que nos aqueja. Podemos aprender de las montañas y de la gente que en su trabajo desprende luz y fe en las personas, de la gente que cambia el mundo hasta en la forma de tomarse el café, pero por lo general no somos montañas ni superhéroes, así que déjales que pidan ayuda a las familias aunque no se la tengan que pedir, igual que los empleados de la empresa X te pedirán a ti, que siempre les has importado un bledo, que los apoyes en sus demandas cuando les venga las que les va a venir. El apoyo es un valor que se autoregula, independientemente de lo que pretendan los mercados. Y mientras, habrá en todas partes montañas nobles, montañas majestuosas, montañas profundas y silenciosas que guiarán en el horizonte nuestro camino (jo, qué cursi) ;)

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    1. Ciertamente, mira que conocemos gente montañosa (noble, majestuosa, profunda..., y sí, alguna gente silenciosa también hay XD).

      Vale, les dejo. Pero ya que lo hacen, que lo hagan bien, que todos saquemos provecho, como propone @ftsaez

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