domingo, 5 de febrero de 2012

¿Hay demasiados titulados universitarios?

La foto de aquí
Mientras leía la intervención del ministro Wert ante la Comisión de Educación del Congreso, percibía casi en cada línea la demagogia detrás de los datos, presentados de forma que parezca que respaldan la propia argumentación, en la velocidad del discurso hablado. Sin embargo, siempre se escapa algún detalle, algún matiz del léxico o del tono que traiciona la estética del discurso... es como si se abriera una puerta y el olor a humedad y oscuridad que estaba encerrado detrás te golpeara la cara con fuerza. 

"Estamos YA por encima del objetivo de población universitaria que marca la Estrategia Europa 2020 de la Unión Europea ", señala el Ministro, a lo que sigue una enumeración de datos sobre lo que el considera disfunciones del sistema universitario. El objetivo que menciona se concreta en que al menos un 40% de la población entre 30 y 34 años haya finalizado estudios terciarios, y de acuerdo con los datos que están publicados, esto ocurre en España ya, y la previsión para 2020 es del 44%. Pero el tono, era como "Esta tarta ya hay que repartirla entre demasiadas personas, vamos a parar un poco el carro." Y en mi cabeza sonó un click... 

Y todas aquellas viejas discusiones de hace 25 años sobre la conveniencia de que la población estuviese formada o sobreformada, la eliminación de la entonces llamada Selectividad... un retorno a las rancias peleas de la transición entre los valedores de la cultura para todos y los que defendían que era malísimo que los camareros y dependientas fueran licenciados en Historia, Filología Árabe o Bellas Artes... Ya entonces me preguntaba yo: ¿y esto, por qué habría de ser malo? 

Y la respuesta estaba clara: ¿quién iba a querer ser camarero o dependienta, pocero, peón o auxiliar de peluquería? Resulta que las largas y consolidadas estirpes de abogados, médicos, arquitectos... iban a tener que vérselas con la hija del conserje y competir en el mercado libre contra el ímpetu de los "escaladores sociales"... Ay, la democracia, qué cosas tiene...

Sin embargo, puestas así las cosas, si todo el mundo pudiera y quisiera ser ilustre titulado universitario, siempre habría países enteros dispuestos a exportarse por una miseria aquí (una fortuna allá)... o de fabricar cualquier cosa que necesitemos en condiciones que nuestra legislación ni siquiera permite. Y nosotros encantados de comprar enseres útiles e inútiles en el TODO A 100 de la esquina, encantados de llevar zapatillas de marcas que explotan a los niños. encantados de acoger a los vendimiadores y peones y limpiadoras y acompañantes, que nos hagan el trabajo sucio (o más bien, manchado por nuestra soberbia, pero imprescindible para que sigamos funcionando). 

Desde pequeña le preguntaba a mi padre (ingeniero y comunista, las dos cosas) que por qué razón los basureros no eran los que tenían el sueldo más alto de todos, surfeando cada noche por las calles de Madrid colgados en el camión, sobre los efluvios de toda nuestra mierda.  Y mi padre contestaba que estudiar era muy duro, y que los basureros a los 16 años se tomaban cañas mientras él estaba encerrado en la biblioteca. Seguramente era cierto, pero ahora... son tan niños que en algunas comunidades autónomas ni siquiera una caña. Eso sí, pueden ir a la cárcel. Tal vez deberíamos decidir si son o no son responsables de sus actos. Naturalmente, la respuesta es que unos sí, y otros no, pero no podemos legislar con las dos ideas en la cabeza. Son mayores para elegir, pero no para apechugar con su opción de bachillerato en dos años, pobres... los del bachillerato claro, los otros a currar y a producir, no vaya a ser que les de tiempo a pensar lo que hemos hecho con ellos.

Sí, me he ido por los cerros de Úbeda, pero en realidad, es el orden social lo que determina que tengamos que diseñar un camino alternativo que atraiga a la clase trabajadora, porque queremos que sigan trabajando en todo aquello que rechazamos como poco prestigioso o cansado o aburrido... la otra clase trabajadora, la que vive en la caverna soñando que es libre. Qué pena que el mercado no actúa en este caso en el interesante sentido de que el bien muy demandado sube de precio y el que es rechazado hay que ofrecerlo barato, barato... A lo mejor con tres horas de recoger basura a la semana se hacía una el mes más holgadamente que un abogado trabajando a destajo diez o doce horas cada día, y podría echar el resto del tiempo bloggeando... 

Entiéndase la hipérbole, y absténganse - si es posible, que los comentarios están para decir lo que cada uno y cada una tenga a bien decir - de consideraciones técnicas. Pero esta exaltación que hacía mi padre acerca de los muchos sacrificios que se exigían a aquellos que elegían estudiar - sacrificios siempre voluntarios - es el resultado de una ceguera y un resentimiento incomprensibles, y más viniendo de una persona generosa y militante como él. Algo en el camino de su razonamiento se me perdió, o nunca hubo razones sino emociones detrás de su argumento: a todos nos parece que merecemos más de lo que tenemos.

Y aquí podríamos entrar en todo ese rollo de que en Suecia (¿o era Dinamarca?) no tienen médicos suficientes porque no les merece la pena ganar tanto que luego se lo quiten en impuestos... Claro que  se han de compensar los pensamientos estratégicos a largo plazo con buenas recompensas, pero en el otro extremo, no es admisible que sea la extorsión de la miseria, el hambre, y la imposibilidad de criar a tus hijas e hijos con libertad para elegir, lo que te fuerce a aceptar un trabajo de mierda... 

Como sociedad, somos un fracaso. Sobre un reluciente modelo económico.



11 comentarios:

  1. No soy tan mayor para haber vivido tantos cambios, pero recuerdo que hubo un tiempo en el que los trabajos menos cualificados se pagaban mal, muy mal; eso hacía que la gente valorase el estudio, la formación (profesional o no) como un instrumento para salvarse del madrugón y las largas jornadas. Mas hete aquí que llegaron los tiempos de la burbuja y los yesistas, alicatadores, conductores de carretilla, etc. (con todo el respeto que merecen, pero en muchos casos sin apenas formación) empezaron a cobrar sueldos que doblaban literalmente los de un ATS o un maestro (por supuesto, con dinero en negro que nadie quería ver). Durante una década o más, la gente con estudios fuimos el hazmerreír de la clase obrera (podría citar cientos de casos de alumnos que me escupían los sueldos de sus padres entre risas)...
    No me quiero desviar de tu tema. El panorama que he descrito hizo que estudiar carreras fuese una bicoca para los que deseaban cumplir con el ciclo académico. No hemos sido rigurosos y tenemos muchos universitarios, algunos con alta calidad, pero otros muy flojos. No hubo una dignificación de la cualificación profesional, pues tampoco se promovió el empleo técnico cualificado. Y nos vemos sin industria, sin operarios cualificados y con un montón de titulados en áreas para las que no hay salida (pues ni la docencia permite ya absoberlos).
    Tal vez haya que plantarse y decir las cosas claras, aunque nos duelan. No todos van a poder acceder a estudios superiores. Si es un problema social, habrá que poner medidas sociales, no solo educativas. Seguir vendiendo la igualdad de oportunidades en la educación es engañar al personal, sobre todo cuando la política va justo en sentido contrario. Como dirían algunos dirigentes liberales, "no podemos mantener entre todos a analfabetos crónicos.."
    Perdón por el rollo.

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    1. Absolutamente perdonado, Antonio. La letra digital no ocupa lugar... aunque sí tiempo ¡juas! Desde mi punto de vista, las carreras universitarias no perseguían la formación de profesionales, sino de intelectuales; los ingenieros, aparejadores, periodistas y maestros vinieron después. Un físico, o una geógrafa, o un filólogo, tenían mucho que aprender de cualquier profesión, pero un tremendo potencial intelectual que les permitía resolver problemas, sistematizar procedimientos, y conservar y transmitir el conocimiento acumulado por nuestra civilización; las carreras profesionalizantes alteraron esta concepción... tanto que hubo un momento (cuando yo terminaba mis estudios) en que estaba en duda que las arcas públicas debieran seguir financiando carreras como Filosofía, Filología Clásica o Ciencias Políticas: hasta ahí llegaron los tentáculos de los mercados. La Universidad se mantiene en un equilibrio difícil, dependiente de la financiación pública y sometida a las presiones de los "cambios de color", como todos. Parece que ahora solo importa invertir en empleabilidad por el camino más corto, porque formar intelectuales es, además de peligroso, tremendamente lento para las velocidades que requiere el enfoque puramente productivo: nacemos para consumir, vivimos para producir, y en el camino unos disfrutan más que otros, pero cualquier otra ambición no puede/debe pagarse con el dinero público. Desde luego, mi enfoque sería otro. Invertir en sabiduría es mucho más rentable en el largo plazo.

      La formación universitaria, a día de hoy, es floja, pero es cierto que los jóvenes son mucho más cultos, en promedio, que los de generaciones anteriores - y la cultura está mucho más repartida. De hecho, buceando entre los datos, encontré que solo el 33% de los universitarios tienen progenitores con titulación superior.

      Desde ese punto de vista, no haber aprovechado el EEES para implantar definitivamente una estructura 3+2 en la universidad, al igual que muchísimos de los países de nuestro entorno, ha sido un error (sucumbiendo, precisamente, a las presiones de las profesiones técnicas). Esa estructura habría permitido tener una población con estudios superiores muy extensa, más culta pero profesional, y habría preservado la profundidad de la formación universitaria intelectual en los dos últimos cursos. No ha sido posible, y aquí seguimos...

      No sé si te contesto o reflexiono para mí misma... Es lo que tiene esto de la blogosfera, que sabes como empiezas, pero no como acabas...

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  2. Ufff como se pone esto.
    A ver, a ver, porque creo que estamos mezclando dos cosas "mu pero que mu" distintas aunque interrelacionadas.
    Una cosa es el derecho de todo el mundo a tener un formación cuanto mejor posible, se trabaje después de lo que se trabaje, y otra distinta el valor que se le de a los trabajos necesiten más o menos cualificación.
    Si que es verdad que hemos vivido unos años de bonanza para profesiones que no necesitaban un nivel de estudios ni tan siquiera mínimo, pero a mi no me parecía nada mal que el albañil que arregló mi casa cobrase más que yo en esos momentos (ya pasados por desgracia para ellos y para nosotros) porque su trabajo era con creces mucho más duro que el mío, trabajaba muchas más horas y días que yo, tenía menos estabilidad y seguridad laboral y seguramente no siguió estudiando porque la escuela no supo darle respuesta, aunque la escuela se empeñe en culparle a él porque no se esforzó demasiado.
    Yo creo de forma sincera en que los trabajos sea cual sea el recorrido vital para llegar a ellos merecen todos un reconocimiento y una dignidad que a veces se nos olvida que tienen.
    ¿Recoger basuras o ser cirujano? es más difícil llegar a ser cirujano, es cierto, pero ¿todos tuvimos las mismas oportunidades de serlo? ¿Tienen los hijos e hijas de familias gitanas, inmigrantes o pobres de solemnidad de barrios marginales la misma oportunidad de hacer arquitectura que las hijas e hijos de familias de nivel socioeconómico medio alto.
    Entonces de que c... hablamos!!!!!!!!!!!!!!!!
    Me acaba de venir a la mente "la elegancia del erizo", ¿no sería fantástico que en nuestras porterías, en nuestros taxis, quienes nos limpien las casa lo hagan paralelamente al usar su tiempo libre para leer a los clásicos, ver teatro o escuchar ópera, preocuparse por la educación o por la economía de manera informada y crítica, tengan gustos artísticos...?
    ¿No será que la institución educativa no aporta nada de eso? ¿No será que está hecha para que ya desde educación infantil se estigmatice a quienes no caben, no se "esfuerzan", no tienen un ambiente externo lo suficientemente rico?
    Antonio yo he vivido esos ejemplos en que "el sueldo" de las familias sin formación se nos "escupía", pero puedo recordar ejemplos de porqué y están siempre ligados a personas que en realidad pensaban que los sentíamos inferiores y por fin tenían algo más que "nosotros". Yo nunca he recogido ese tipo de desprecios porque el trasfondo me hacía sentir mal con mi institución que no sabía hacer que esas familias, esos niños o niñas formaran parte igualitaria de la comunidad escolar.
    No es un tema fácil, pero cualquier padre, cualquier madre, cuando sus criaturas nacen quieren lo mejor para ellas y en muchos casos la realidad se les impone y si la sociedad se lo prohibe en cuanto tienen ocasión de arrojar algo a la cara de esa sociedad en la que no caben pues lo hacen.
    El problema no es que todas las personas puedan o no ser universitarias, el problema es que todas tengan una educación digna y un trabajo digno estudien lo que estudien.

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    1. Amén. Estamos de acuerdo en esencia, aunque la "terminología" a veces haga parecer que no lo estamos. Educación y cultura, para todxs, toda la que se pueda, tanto tiempo como se pueda, tan accesibles como se pueda, porque son de todos, y no hay unxs con más derecho a ellas que otrxs.

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  3. Ay, María, cuando un comentario se te borra porque te dio por cambiar de perfil y no guardaste copia, se te queda una cara de tonto y se te quitan las ganas de repetirlo… pero en fin…

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  4. Hay veces también que un comentario te queda tan largo que te da para un post, y creo que este lo será:

    Veamos…

    "Muchos,… pocos…" lo que tienen los sociólogos como Wert es que todo lo analizan en porcentajes… ¿mucho aquí, y según qué índices? ¿europeos? ¿y del norte o del sur?

    Lo que hay, sr. Wert, o mejor, lo que NO hay aquí, es trabajo, sea para universitarios o no universitarios. Nuestro paro millonario absorbe a ambos.

    Lo NO hay aquí es un mínimo tejido productivo. Lo que había, poco, pero había, agrícola, minero, industrial y pesquero lo vendieron ustedes y sus antecesores por un plato de lentejas/fondos subvencionados, por unas prejubilaciones acallabocas.

    Quienes firmaron aquellas prejubilaciones aseguraron quizás su futuro, pero no el de sus hijos/as. Y a cambio del trabajo perdido les ofrecieron educación, primero "obligatorizando" la ESO, luego multiplicando las universidades.

    Universidades en todos los sitios, titulaciones para todos/as, con una selectividad absurda y sus másters y posgrados.

    ¿Universidades para el trabajo? no, universidades para títulos, para becas infames, para subempleo, para oposiciones.
    ¿Universidades para desarrollo e investigación? no, universidades baratas, de poco gasto, de tesis kilométricas y teorías del rábano y las hojas.
    ¿Universidades universales, de proyectos "europeos" o "internacionales"? No, universidades de intercambio de estudiantes, de Congresos inútiles, de viajes a ninguna parte.
    ¿Universidades de creación de empleo, de riqueza, de patentes? no, universidades de subvenciones, de contratos basura, de compra de tecnología externa.

    Y mientras, en la calle, para el resto de jóvenes el trabajo, nos decían, y peor, aún dicen, es el turismo y la construcción, la venta de propiedades, la especulación, o quizás, la política.

    ¿Y nos extrañamos de que hayan tantos/as universitarios/as? Yo me extraño de que hayan tan pocos/as.

    Miren, para mí existen tres cosas: Cultura, Educación y Trabajo.

    La Cultura es común, aunque diversa y abierta, y es lo que nos permite crear, disfrutar, compartir, ser civilizados, desarrollarnos como ciudadanos. Este país no es aún un país culto.
    La Educación, permitiéndonos conocer y valorar esa Cultura común, nos lleva aún más allá, a ser capaces de descubrir y desarrollar nuestras capacidades personales, permitiéndonos desarrollar un Trabajo, ganarnos la vida y enriquecer, en muchos sentidos, a los demás. Este país no es aún un país educado.
    El Trabajo nos permite transformar o mejorar nuestro entorno, crear algo nuevo o aportar un valor añadido por el que obtendremos una ganancia justa, para nosotros y para los demás que nos permita disfrutar de nuestra Cultura y desarrollar nuestra Educación. El Trabajo, el tejido productivo ha de crearse en función de la Cultura y de la Educación de sus ciudadanos. Y este no es aún un país trabajador.

    Estos tres factores están así pues relacionados y permiten que un país avance, que sea culto, educado y trabajador.
    El gobierno, y la Universidad, como un factor más, han de saber entender y desarrollar la Cultura, la Educación y el Trabajo.
    Si lo consiguen, no habrán muchos universitarios, habrán pocos.
    Como en otros países.

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  5. Pedro:

    La primera parte de tu análisis,no la comparto del todo, y tampoco la entiendo del todo. Pero, desde luego, la segunda, la comparto al 100%, y además me parece que está bellamente formulada. Como de manos de un artista.

    Ciertamente, no somos un país culto, no educado, ni trabajador, aunque hay muchas personas que son las tres cosas, y muchísimas más que son, al menos, dos de ellas. Es una pena que ese conjunto de personas no sea suficiente como para que, poniéndolo al servicio de la sociedad, cambien las tornas...

    Siento tu percance con los comentarios, y gracias por tu visita.

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  6. Básicamente, María, aparte de la tan traída transición política y ahora parece que de la bancaria, España tendría que haber hecho la transición laboral, la cultural y la educativa, lo que debió incluir un diseño moderno de universidades, de la cultura y de las empresas.

    En vez de eso, se dilapidó esfuerzo y dinero, nuestro y ajeno, en prejubilar obreros, subvencionar empresas improductivas, clonar cátedras universitarias y currículos decimonónicos, financiar la iglesia y sus colegios, y fomentar o bien una cultura provinciana y añeja de siglos pasados o la mera "movida" pseudocultural, superficial y acomodada.

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    1. Entendido; sí se hicieron muchas cosas mal (y se han seguido haciendo después, y todavía se harán más). Pero yo quiero mirar hacia delante porque lo de atrás solo ayuda a entender, pero no resuelve. Aunque a veces tenga que olvidarme de que ese "hacia delante" no se ajusta mucho a lo que yo quisiera de verdad...

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  7. El problema de este no mirar atrás, tan nuestro, con esas anteojeras que nos ponemos, o nos ponen, es repetir, como Sísifo, una y otra vez lo mismo: un paso adelante y dos para atrás. Con tan flaca memoria, cual peces, y tan escasa visión, cual asnos, repetimos, y repetimos, y repetimos.

    Hoy he escrito: "los docentes somos como los romanos: somos capaces de olvidar y hasta alabar al emperador anterior para pasar a criticar al nuevo."
    Y mira, para mí es tan grave y negativa la inacción de Gabilondo, y antes Cabrera,… y Aguirre,… y Rajoy,… y Rubalcaba, como la actual retroacción de Wert.

    Yo miro adelante, sí. Pero desde donde estoy, y desde donde vine.
    Cuando asciendo una montaña, o bajo un barranco, me gusta saber hacia donde voy, pero también por donde vine y con quien, y marcarlo en mi mapa. Aquí no tenemos mapa… o tenemos miles. Y así, nuestro viaje educativo va a ninguna parte.

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  8. No digo que no haya que mirar atrás: hay que aprender de los errores y de los éxitos pasados. Pero ahora mismo prefiero mirar hacia delante (o huir hacia delante, que también puede ser...) Si no, me dará el bajón tremendo.

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