miércoles, 29 de febrero de 2012

Sobre no escolarizar: sociedad, educación y escuela

La foto es de aquí
Llevo días pensando en escribir esta entrada, después de una experiencia interesante (este año está siendo pródigo).

Respondí a un anuncio en el que pedían una profesora (en inglés, teacher, que es neutro) para dar clases de español a unas niñas preadolescentes homeschooled (enseguida entraré en detalles sobre el término). El requerimiento era que fuese capaz de enseñar español de una forma "creative and out-of-the-box". Por supuesto, en un simple email con unas pocas ideas hilvanadas cautivé a la contratante, y concertamos una entrevista, que no fue tal, sino una "clase de prueba". Por supuesto también, la ratio horas de preparación vs horas de "aula" fue de 20 a 1, aproximadamente (pero no sos vos, soy yo). Pero vamos al grano. 

Llegué al lugar de los hechos (un edificio pequeño de apartamentos); la señora con la que había contactado bajó a abrirme el portal descalza (irrelevante) y subimos al apartamento en el que tendría lugar la clase. Exactamente detrás de la puerta estaba la cama, al lado un sofá pequeño, y encima de este dos niñas recostadas contra el respaldo y tapaditas con una manta (yo iba en camiseta, for the record). Me ofrecieron un sillón bajito y en el que no me cabía el culo (lástima). Así que busqué un asiento alternativo (lo cuál era realmente difícil). No había una mesa, ni una carpeta en la que apoyarse para escribir... muy hogareño. Las dos niñas (una de 11 y otra de 13 años) estaban lánguidas y me resultó extraordinariamente difícil conectar con ellas. Prometo que no era (en lo que yo vi) un entorno estimulante y lleno de sabiduría y conocimientos varios colgando de las paredes y dispuestos para que las niñas alimentaran su mente y su alma. Más bien daban ganas de echar una siesta... Cuando faltaban unos 15 minutos para terminar, llegó una tercera niña, más pequeña, que se incorporó (sí, a duras penas) a la actividad que estábamos haciendo. No diré que yo estaba "en estado de flujo", como llama Daniel Goleman en su Inteligencia Emocional (al parecer, tomando la idea de Mihály Csíkszentmihályi) a ese estado que todos y todas conocemos y que te hace salir de una clase con un sentimiento de plenitud... Sin embargo, creo que la suerte estaba echada: la combinación de mi falta de experiencia (que no de entusiasmo) y la falta de información "acerca del grupo" no resistieron la prueba, no saltó la chispa (ya sabéis, ESA chispa) y supe después que las niñas, en democrática elección sobre su formación, no me eligieron.

No entraré a juzgar el procedimiento selectivo (me reservo mi opinión, que es bastante radical y contradictoria consigo misma). Pero sí me parece interesante observar que no se conoce mucho esto que se llama "homeschooling" en las esferas en las que se denosta. 

Para hacer honor a la verdad, este término, en este caso concreto significaba que la escuela está en una casa. Pero no es home, el hogar de las niñas, sino la escuelita que se ha montado una profesora, que (tal y como me explicó) solo quiere atender niñas, y además motivadas y deseosas de aprender, a la par que bien educadas. Casi ná. ¡Le deseo suerte! Pero esto, en concreto, es una escuela excluyente, sin control de calidad y evasora de impuestos. Es un fraude. 

Y ahora sí, lo que pienso, en general, de la potestad de los progenitores para elegir la forma de escolarización o de desescolarización de sus hijos e hijas, y de la potestad de los estados, como representantes de las sociedades y/o garantes del bien común, de legislar cómo debe vivir su vida la ciudadanía, y cómo debe transmitir y perpetuar sus valores, aunque el principal valor pueda ser subvertir el orden existente... 

La foto de aquí
Pues bien, pienso dos cosas diferentes. 

El otro día compartí en Twitter este enlace, interesantísimo artículo de una mujer que (como ella misma confiesa) no estuvo escolarizada, sino que su madre y su padre se encargaron de su educación y formación. Me gustó lo que leí, y me recordó la parte positiva de  la no escolarización: proteger a tus hijos e hijas de un sistema lleno de gente buena, sí, y gente mala, y mediocres; un sistema que en general no va a potenciar las capacidades que tú sabes que tienen, y que, si tú lo organizas, y le dedicas tu tiempo y tu energía, y además usas el sentido común, podrás ofrecerles la mejor alternativa del mundo. Y esto, nuevamente, es una práctica excluyente (faltaría más). Pero lo que argumentan los detractores de la no-escolarización es que a esas niñas y niños hay que protegerles de sus padres y madres... La autora del artículo cuenta su experiencia en una de las clases de la universidad. Es una experiencia comparable a la que, continuamente, niñas y niños con la autoestima por construir, se ven sometidos, sin una defensa para humillaciones y maltrato más que lo que (vaya, qué sorpresa) sus familias les enseñan en casa. Así que, nuevamente, tenemos la excluyente realidad de la escuela para todos cuando todos los hogares son diferentes, incluso aquellos que no existen...: por supuesto, siempre habrá realidades peores que la escuela. 

La foto es de aquí
Así que, para equilibrar la balanza, oscilante en torno a una posición de equilibrio que está aún por llegar, aparece este artículo, Hugs and High-Fives, absolutamente emocionante, que prometo traducir en breve para quienes no entiendan suficiente... Pero, en resumen, lo que dice es que la escuela debe ser un hogar para quien no lo tiene, y una silla rígida para quien en su casa solo tiene alfombras, y una alfombra mullida para quien en su casa solo tiene terrazo. La escuela debe darle a cada uno lo que necesita para aprender. Porque la escuela puede. Tiene los medios (perdonad este abuso del lenguaje), y tiene el fin. 


Y solo hay un motivo que nos hace dudar (a algunas al menos) sobre la obligatoriedad de la escolarización: la escuela no está dando, a día de hoy, lo que cada niño y cada niña, necesita. Ni la administración. Ni la sociedad en general. Y eso es, en realidad, la práctica más excluyente de todas...

PD1. Gracias @jrfern por tu desinteresada labor de edición.
PD2. Imprescindible este post de @juanjomunoz, especialmente por el debate en los comentarios y por los enlaces que aporta el personal. Gracias, @chelucana.
PD3. Aquí enlazaré la traducción prometida.


3 comentarios:

  1. Condiciones previas para dilucidar si lo que llamamos escuela, o un piso o una habitación en una casa, cumple la función de la escuela. Experiencia y lucidez, ¿se puede pedir más a una entrada de blog?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Viniendo de tí, es un comentario muy halagador. Pero contigo en particular, me gustaría discutirlo más a fondo, con unas cervezas por medio si es posible. El día menos pensado.

      Gracias por la ayuda adicional ;D

      Eliminar
  2. Exactamente eso pensé al acabar... Bueno, más bien que era circular (que tiene unas connotaciones un punto más negativas que redondo ;D) Después de mucho reflexionar, sería capaz de defender con pasión casi cualquiera de las posturas posibles. Lo único que me queda claro es que quienes educamos (explícitamente) en casa, podemos compartir el papel con la escuela, de la misma forma que (desde el punto de vista formativo/educativo) podemos prescindir de ella. Y eso es lo más duro... saber que, ocurra lo que ocurra, tus niñxs tienen miles de oportunidades.

    ResponderEliminar