Este verano hice miles de kilómetros para quitarme de encima el peso muerto de estudiar oposiciones durante un año entero, y visitar lugares llenos de tuiteros. Se me oxigenó la cabeza, y por supuesto, el corazón. Pero no pude disfrutarlo tanto como habría querido, seguramente porque a la mayoría de las personas con las que me encontré las conocía poco aún, y mi timidez natural (que reservo enteramente para la vida 1.0) no me dejó.
Pese a todo, mi alma aventurera e intrépida me arrastró a bailar la polka en Avilés, a un pueblo perdido en Burgos a saludar a mi conciencia activista, y por fin a la Herradura, donde se organizó un pequeño encuentro con grandes personas (que a la sazón, tenían twitter).
Así que ya sé cómo de bien se siente una cuando se encuentra ¡por fin! con esas raras aves con las que cada día y cada noche comparte un rato de conversación, de bromas o de inquietudes, de ideas o experiencias... Una se siente MUY BIEN.
Solo espero disfrutar de este encuentro tan largamente deseado, por mí, y creo que por todos y todas las que acudiremos.
Sin embargo, echaré de menos a tanta otra gente que no estará...
¡No queda nada, gente, no queda nada!
(la foto es de aquí)
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