Miguel Hernández, poeta (1910-1942)
Miguel estuvo pocos años entre nosotros, 31, de los cuáles paso los últimos en la cárcel. Tuvo un hijo al que apenas conoció. Y cultivó mariposas.
Su poesía es sin duda el deseo de volar por encima de las limitaciones no elegidas: la cultura, la educación, la posición. El vuelo de Miguel me deja boquiabierta cada vez que releo cualquiera de sus versos: por suerte para nosotros, Miguel aprendió a volar porque era lo que quería, y nos dejó el planeta lleno de amor y lágrimas de rabia con su batir de alas.
Miguel fue una mariposa atrapada entre barrotes por el fascismo, la ingnorancia, la estupidez, la guerra. Y pese a todo, su vuelo desde la cárcel fue posible gracias a Josefina, su compañera, que nos trajo su poesía alada al otro lado de los muros de la cárcel.
Miguel es aún la mariposa enorme que quiere transportar entre sus alas el grito de los hombres y mujeres encadenados. No importa lo que negocien su familia, su pueblo o su país. Sus mariposas son nuestras, desde el día en que las lanzó al vuelo.
Mucha de su obra aquí
Una pequeña muestra de su impactante sencillez:
Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos..
No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando nardos y agostando hinojos.
No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.
Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, y en mí termina.
(la foto es de aquí http://www.flickr.com/photos/lupusphotos/)
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