jueves, 30 de julio de 2009

Una imagen que me hace llorar

Paro el coche cerca de la acera. Se bajan los dos, y les veo alejarse tras despedirse, de espaldas a mi, juntos, ella se ríe mientras habla... Son la imagen del amor a la vejez, del amor que ha pasado por cimas y simas, el amor a los 70, verdadero y adaptado, depués de compartir más de cuarenta años... y ante la amenaza de la enfermedad y la muerte, más sólido, más tierno, más optimista que nunca.

Lloro mientras les veo alejarse, y lloro al recordarlo ahora mientras escribo, y dejo que fluya el dolor que ha estado agazapado, escondido detrás de la emergencia.

Mi padre y mi madre se alejan de la mano, queriéndose como casi siempre, pasando juntos por esto como por tantas cosas... y gracias a su amor puedo llorar por fin.

miércoles, 15 de julio de 2009

Paideia (que no es lo mismo que Paella)

Pensaba comentar un post de otro, pero quizá es demasiado fuerte para comentario. Y en realidad, es dar rienda suelta a lo que pienso con la excusa de una broma tonta que en realidad, tiene que ver pero no tanto con el meollo de mis preocupaciones. El post en cuestión iba de lo remilgada que es la terminología didáctico-pedagógica-docente, cuando en realidad seguimos haciendo lo mismo con peores estudiantes (resumen libre). Pero por un momento me sonó al viejo grito de guerra de los retrógrados: “cualquiera tiempo pasado fue mejor”, en clara referencia a la reforma de las enseñanzas medias que comenzó con la LOGSE, y que aún sigue.

Tal vez se queda corta la broma mirando al sistema justo anterior (el del BUP y el COU) y habría que volver a la paideia de los griegos. Tiene su parte graciosa el post, pero, puestos a anclarse en el pasado (que ya sabemos que siempre fue mejor), podemos elegir cualquiera época. Del link sobre la paideia basta resaltar el primer párrafo: la educación tiene unos objetivos similares en todas las épocas, educar ciudadanos, y a medida que pasan los siglos, cambia el cuántos, y por tanto el quiénes, el cómo y el qué. Lo que nosotros estudiábamos, ya a mi abuelo le parecía ridículamente escaso (¿cómo podría nadie ser una persona de provecho sin saberse la lista de los reyes godos?)... En fin, no voy a abundar más en esta línea de razonamiento, creo que se entiende mi argumento. Sin embargo, lo que sí me parece relevante señalar es que, de entre los superprofesionalizados profesionales de la enseñanza, sean estos de la secundaria o de la superior, todavía tengamos que oir esa cantinela.

Por motivos diversos, he tenido que profundizar en los contenidos que propone la legislación para la ESO, y he revisado programaciones de matemáticas de unos 15 centros de toda España, así como de varias editoriales. Para empezar, me avergüenza decir que en muchas de estas programaciones, para 4º de la ESO (15-16 años), no sólo no se hace mención a las hojas de cálculo (por decir algo muy, muy básico), si no que se prohibe EXPRESAMENTE el uso de la calculadora!!!

Con carácter general, no se ha hecho un esfuerzo por seleccionar contenidos (salvedad hecha del cálculo de logaritmos), sino que se ha producido una ralentización, lo que perjudica tanto a los que podrían seguir otro ritmo, como a los que no pueden. A modo de ejemplo: los castillos de fracciones se dan más tarde, pero las dimensiones de los castillos son las mismas. Porque, implícitamente, se persigue una agilidad de cálculo que permita manejarse con éxito en los estudios superiores. Huelga decir que por el camino se quedan todos los que no consiguen hacer castillos a los 13 años, y que los que podrían haberlo conseguido a los 11 están ya aburridos... No ha cambiado en nada la manera de enseñar las matemáticas (estadísticamente hablando), y eso, necesariamente, conduce al fracaso, porque es una forma de enseñar que tiene unos destinatarios que no son los que están en el aula… Tenemos una natural tendencia a considerar que la manera en que nosotros accedimos al conocimiento es LA MANERA, y que nuestra meta es LA META.

Se impone una reflexión mucho más seria, para poder proporcionar una cultura (incluida la matemática y la científica) que nos permita hacer chistes a todos.

De acuerdo en que las administraciones educativas podrían ponerlo más fácil, proporcionando más medios, más formación, más coherencia, más tiempo… pero es imprescindible el esfuerzo de todos los agentes, y de los profesores, más que de ningún otro. Hay que creer en lo que se está haciendo, tratar de obtener los mejores resultados en el marco que nos dan, aunque en nuestro tiempo para la militancia peleemos por cambiar ese marco; y utilizar la libertad de cátedra para escapar del adoctrinamiento político o religioso, no para escondernos de los proyectos innovadores y de la diversidad de las aulas.

Lo más triste de todo es que, sin pretenderlo, estamos escamoteando a la mayoría el acceso a un conocimiento que no nos pertenece. ¿No habéis fantaseado nunca con la idea de que la ciencia, y la matemática en particular, estuviera al alcance de todos?

Yo creo que es posible contribuir a hacer realidad esa fantasía.