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Estoy preocupada porque veo en mi timeline de Twitter y de Facebook observaciones que me sorprenden. No por su ingenio, no, sino más bien por su falta de profundidad... o porque, a mis ojos, se quedan superficiales, viniendo de personas que tengo en muy alta consideración, tanto intelectual como ideológicamente (lo afectivo, en este artículo, pensaba dejarlo de lado...)
Hemos entrado en un periodo oscuro para el servicio público, para la sociedad del bienestar; especialmente afectada se ve la Educación financiada con fondos públicos. El ministro Wert (ese que no da una) ha propuesto una serie de medidas a las comunidades autónomas para reducir el "gasto" en sus respectivas partidas educativas (totalmente transferidas las competencias de prestación de este servicio no puede hacer mucho más en el corto plazo) y así contener el déficit público global del Estado.
Se confunde gasto con inversión, como dice mi amigo @jonsarean, porque en Educación todo lo que se gasta se recupera en forma de ciudadanos y ciudadanas educados; pero esto no es exclusivo de la educación; en investigación está pasando lo mismo; y en sanidad, aunque no me lo he estudiado a fondo, está ocurriendo más de lo mismo (presumo que la medicina preventiva se verá muy afectada): es un problema de las democracias parlamentarias, que son cortas de vista, y la mirada no les alcanza para nada que vaya a ocurrir "más allá del horizonte" de su mandato, esto es, pasados 4 años...
Supongamos que se decide que las mamografías preventivas a mujeres en edad madura, como yo, se realicen cada 4 años, en lugar de cada 2 (que era la pauta en Navarra); el ahorro está claro... si uno no sabe conjugar el futuro imperfecto: ¿cuánto costará el tratamiento de aquellas mujeres cuyo cáncer de mama no se detecte precozmente, en comparación con el coste de la mamografía más el del tratamiento precoz? ¿Y cuánto costará lo que no se puede pagar con MasterCard? (la primera interrogación es sobre números, la segunda sobre seres humanos, personas, que casi siempre están detrás de los números...)
El coste a 20 años que tendrá para una sociedad reducir la inversión en Educación, en la medida que ha estimado necesaria el gobierno del Estado para reducir el déficit público de este año, y las que está tomando para asegurar esa reducción un número indeterminado de años es... ¡incalculable! Quienes creemos en la Educación como motor del cambio social, y personal, sufrimos porque nuestro modelo de sociedad y de desarrollo se aleja de nuestras manos un poco más, y presumiblemente, de las de las próximas generaciones: es una cuestión filosófica, ideológica, y también práctica, porque para nosotros y nosotras, el combustible que mueve el mundo no son las diferencias que llevan a unos desear estar en el lugar de los otros, sino la colaboración, la resolución conjunta de los problemas, la solidaridad y el anhelo de vivir en un mundo más justo y más libre. Estas creencias, sueños o ideas no son exclusivos de las personas que trabajan en las escuelas, o de las familias de los niños y niñas que acuden a ellas. No es como soñar con un convenio mejor para los trabajadores del metal. Y de igual forma, la lucha, la exigencia, la movilización, sean estas del tipo que sean, usen los medios que usen, han de ser CIUDADANAS, y pensando en el largo plazo, en el futuro.
Podemos, también, aventurar algunas consecuencias inmediatas de las medidas propuestas por Wert: abandono temprano del alumnado por falta de adaptación; fracaso por necesidades educativas no atendidas; deterioro del clima de aula, de trabajo, de convivencia en el centro; fracaso en las PAU, o en la propia Universidad; Loly Álvarez, @peralias, hace una buena revisión de las implicaciones de algunas de las medidas en su último post. Hay muchas cuestiones de orden práctico que van a afectar a la calidad del servicio educativo. Algunas de ellas incidirán muy directamente en el desempeño profesional, en las condiciones laborales del profesorado. Y tendrán repercusión en el alumnado, y en las familias también. Es posible considerar que las y los docentes, como trabajadores, y como profesionales, puedan manifestarse en contra, y llevar a cabo protestas sectoriales, como cualquier otro grupo o sector; muchas de esas reivindicaciones tendrán un fuerte apoyo de otros trabajadores, o de otros colectivos a los que las medidas también afectarán, y con los que tienen fuerte relación, como asociaciones de estudiantes y asociaciones de padres y madres de estudiantes. De hecho, la Plataforma por la Enseñanza Pública está constituida por todos los sectores (aunque no por todos los colores), y ya ha anunciado que convocarán movilizaciones en todo el Estado. Creo que la Plataforma piensa en un modelo de servicio educativo (o varios, pero parecidos), y por tanto en el medio plazo. Y nuevamente es una iniciativa CIUDADANA. También hay iniciativas ciudadanas que celebran las medidas, concretamente la Concapa, que no sé si es que no dice lo que piensa, o es que no piensa lo que dice...
He "oído" algunas voces inesperadas, como dije al principio, preguntándose si las familias, los padres y las madres, no deberían empezar a hacer algo... Y creo que la pregunta está fuera de lugar, pero es muy posible que no entienda la pregunta. Y si yo no la entiendo, tal vez necesita ser reformulada. Las familias, y las personas que no tienen familia también, en general, ciudadanos y ciudadanas, estamos haciendo lo que nos parece correcto a cada uno; nos manifestamos, escribimos en nuestros blogs, compramos camisetas de la #mareaverde, twitteamos indignados, o tristes, o desesperados por la ignorancia, estupidez o mala fe de nuestro Ministro. Algunos, como apuntaba @ainhoaeus, concentran sus energías en defender sus puestos de trabajo, o en buscarse uno nuevo. Lamentablemente, en el corto plazo, no vamos a parar nada con nuestras acciones, pero todo el mundo se pronuncia; llamar a las familias, específicamente, reclamar que "empiecen a hacer algo", es desconsiderado con las que ya lo estamos haciendo, pero sobretodo, es un error de estrategia, sobre todo viniendo de algunas voces. Porque si precisamente en esas "voces" hay un atisbo de reproche, la guerra está perdida...
... o tal vez, insisto, no he entendido nada.
ADDENDA. Imprescindible la lectura de (a fecha de hoy) dos post, y los correspondientes comentarios, para completar el panorama:
- "Carta a las familias de mi centro" de Miguel Rosa y
- "Previsión Meteorológica: Tormenta Perfecta" de Fernando Trujillo