martes, 27 de noviembre de 2012

El timo del siglo XIX



Algunas ya sabéis que vivo en un pueblo-dormitorio (aunque es algo más que eso, la verdad) En el hay un colegio público comarcal, pequeño (2 líneas) pero apañado, y un centro concertado con algunos miles de estudiantes desde 2 hasta 18 años, de los cuales muchos vienen desde Pamplona Downtown. 

El pueblo en tenía en 2011 algo más de 7000 habitantes, que como comprenderéis, no caben en el colegio público. La mayor parte de los niños y niñas en edad escolar acuden a centros concertados de la capital, y algunos a centros públicos en euskera. 

Dicho lo cual, os pregunto: ¿cómo pueden sobrevivir tres (3, TRES) academias de apoyo escolar en un pueblo así?

Una de ellas es claramente irregular, pero la persona que la lleva (creo que ella sola) no da abasto: entran y salen chicas y chicos todo el día, sin parar. A esta, lo sé de buena tinta, va alumnado de la pública y de la concertada, sobre todo de los últimos cursos de la ESO y Bachiller.

Otra, abrió el curso pasado, y para este curso se ha trasladado a un local mayor (muchísimo mayor, en realidad). En su publicidad, ofrecen entre otras cosas, aula de tarea (para resto de España, deberes) para niñas y niños desde… PRIMERO DE PRIMARIA.

Por último, en el local que dejó libre la anterior, se ha abierto para este curso la tercera. 

La oferta en los tres casos es mayoritariamente de matemáticas. También se aventuran clases de inglés, y de física y química. 

Yo no salgo de mi asombro, y de verdad que no sé a qué estamos jugando… Pero lo que está pasando, al menos en esta ciudad, tiene un nombre: ESTAFA.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Con la muerte en los talones

La foto procede de aquí


La primera vez que fui a la fiesta del PCE me llevo mi tío. Íbamos mi primo y yo. Él lo habrá olvidado, probablemente, por el tiempo, y por su posición económica y social; para mí sigue siendo un símbolo de quién soy y cómo he llegado a donde estoy.

Mi tío era un señor joven, delgado, divertido y barbudo. Por aquél entonces vivía aún con mis abuelos en Carabanchel. Le gustaba (como a todos los tíos y tías ultigénitos) enredar con sus sobrinos, con los primeros sobrinos, en una suerte de conexión intergeneracional... como si su lejanía respecto a sus hermanos mayores, por ser padres y madres de esos seres nuevos, les expulsara del mundo adulto a ratos y les permitiera seguir siendo un poco niños...

Seguramente por eso lloro su muerte. Porque alguna vez fue importante para mí, y me sentí querida y cuidada. 

Después, la vida da vueltas, la gente crece, y los miedos y miserias de cada uno van conformando su historia, con grandes, ingentes cantidades de mala suerte... Mi tío es la persona que conozco que más veces ha estado en un hospital por causas diferentes, desde un gravísimo accidente de tráfico hasta un delirium tremens, pasando por todo tipo de infecciones hospitalarias y extrahospitalarias, y por supuesto, de regalo final, un cáncer que duró, al menos, todo el primer embarazo de su única hija.

La medicina y, un poco, la fortuna, le permitieron disfrutar de su primera nieta durante estos últimos años. Y cuando digo disfrutar no lo digo eufemísticamente. Una persona que durante años se quiso tan poco, pero que se encontró finalmente consigo mismo cuando dejó de huir, y pudo vivir con cierta paz interior los últimos años de su vida... disfruta de una manera que no es aprehensible para muchos de nosotros.

De pronto, ayer se rompió por alguna de las miles de costuras y remiendos que había ido coleccionando a lo largo de su vida. Creo que fue rápido. Que no sufrió el hecho de la muerte... Y nos consolamos, tratando de olvidar que si hay alguien que ha vivido con la muerte en los talones ha sido él.

Te echaré de menos, tío, y espero haber aprendido la lección.

miércoles, 4 de julio de 2012

#NOVADORS12 y las LENGUAS DE GATO

La imagen es de @Flapy

¿Y si empiezo por el final, y luego voy saliendo en espiral para salpicar a todos y todas con mi optimismo?

Vicent Campos, presidente de la asociación Novadors, cierra las Jornadas Novadors: Cambi y TIC despidiéndonos en valenciano y castellano, su lengua y la lengua franca. Busco un momento para darle las gracias, porque me siento incluida, atendida y comprendida en mi ignorancia. Pero todo es un lío de despedidas y planes... Gracias, Vicent, no creo que sea casual, ni accidental. Gracias a ti y al resto de Novadors. Y gracias a Mamen, que se atrevió a decir en voz alta en 2011 que quería que Novadors le supiera a chocolate intenso y que nada interfiriera en ese sabor potente y seductor. Mamen pidió en Novadors11 que nos aceptaseis con nuestras limitaciones de castellanoparlantes para que todos y todas juntas empujáramos en la dirección de nuestro sueño común: una educación accesible y de calidad, real y actual, que incluya en lugar de excluir, que integre en lugar de disgregar... a cada uno según lo que necesita, y a cada una tan lejos como pueda llegar, o ¡más allá!

Este año, Mamen, Vicent, en Novadors se habló la lengua de gato, de chocolate negro, con leche, blanco, y de colores brillantes a elegir, y a mí me supo a estar en casa, acompañada de mis iguales , aprendiendo a corregir el rumbo tantas veces como sea necesario. Sentí la grandeza de vivir en una tierra rica en culturas y de gentes abiertas y generosas, que miran el horizonte que se agranda con cada paso que damos hacia él; sentí la suerte de vivir en una era en la que estoy más cerca de aquellas personas a las que quiero, y de quienes aprendo, aquella gente con la que puedo y quiero compartir lo que sé y lo que no sé, lo que hago y lo que no soy capaz de hacer... 

Y además, quiero agradecer a aquellos y aquellas que se han dejado abrazar, a quienes me han abrazado de vuelta con sus brazos y sus orejas; a quienes han compartido conmigo sus ideas y sus emociones. Os echaré de menos hasta la próxima, y ya estoy empezando a ver borrosa la pantalla, como si la mirase con los ojos encharcados... Ah, exactamente eso.

Gracias Isabel, Lluís, Mila, Daniel y Anna, referentes, maestros y hermanos, hippieses (GPS) en Alcoi y en mi personal jornada hacia un norte que no se pierda fácilmente. Os quiero.

Y a Ainhoa, Manolo, Juanma, Pedro, Fernando, Alfredo, Mertxe, Josu, Loli, Adolfo, Conxi, María, Carme, Pilar, Jaume, Carmina, Isabel, Mónica, Gemma, Silvia, Antonio, Salvador, Pilar, Gaspar, Marcos, Toni, Maru, Paco, Luis, Mari Carmen, Dani, Linda, Jordi, Ana...  gracias también, por ser esas Personas que desde Lejos te Enseñan, Personas por las que te meterías en Líos Estupendos,...

No, no me olvido de ti, Juanfra. Imposible olvidar... cómo puede una persona tan grande, en todos los sentidos, ser remero y timonel en este barco sin salpicar, sin levantar una gota de espuma... para que todas disfrutemos de un onírico paseo sobre las agitadas aguas de la realidad... Eres MUY, MUY GRANDE, y tienes mucho que enseñarnos a todos y todas sobre como se transforma el esfuerzo en sonrisa... 

¡¡¡GRACIAS, JUANFRA!!!

PD. Podría parecer que esta crónica no es sobre la transformación de la escuela... No sé, vosotras y vosotros diréis :)


lunes, 11 de junio de 2012

Comedores escolares: ¿inclusión o imposición?

Crédito de la imagen
¿Cuánto de cultural es nuestra forma de comer?¿Cuántas actividades se ven afectadas?¿Es lo tradicional conveniente por que siempre fue así? Estoy pensando en los comedores escolares, en el hecho de comer en la escuela o fuera de ella, y en la polémica surgida estos días en torno al tupper en la escuela. 

Veo muchas exageraciones, muchas visiones parciales, y mucha falta de perspectiva. Y quiero aportar mi granito de arena. Como muchas sabéis, he "invertido" mi último año en Estados Unidos. Mis hijos varones han estado escolarizados allí todo el curso. Me gustaría contar cómo funciona el sistema en lo que se refiere a la alimentación y la escuela, y destacar algunos aspectos en particular de todo ello, siempre relativos al sistema público. Podéis sacar vuestras propias conclusiones.

1. Los niños y niñas pueden hacer dos comidas en la escuela: el desayuno y el almuerzo. La primera es opcional, y la segunda ocurre, obligatoriamente, en el centro escolar (hasta los 14 años por lo menos). El transporte (que es universal) garantiza que los escolares lleguen a la primera de ellas. 

2. En ambas comidas, existen los programas de gratuidad (free lunch) y de precio reducido (reduced lunch), para niveles de renta bajos y medios, respectivamente. Para poner un ejemplo: nosotros, con el salario de un profesor titular de universidad español de antigüedad media declarado (no certificado) disfrutábamos de comida subvencionada, y pagábamos 40 céntimos de dolar por comida. En este enlace podéis ver tanto menús como precios. La comida más cara cuesta 2 dólares.

3. El tiempo para el almuerzo del mediodía oscila, siendo un poco más largo para los más pequeños, en torno a los 30 minutos. No cabe todo el mundo a la vez en la cantina, y por tanto, cada curso come a una hora distinta alrededor del centro del día. No hay un recreo después, porque no hay que esperar a nadie, y porque la comida es ligera. Pero es un rato de descanso adicional al recreo (que solo existe en la escuela elemental).

4. El modelo es el de autoservicio: los niños y niñas llegan a la cantina con sus profesores y profesoras; unos se ponen en la línea de bandejas, las empleadas les van sirviendo/cobrando, y con su bandeja se van a las mesas a comer; otros han traído su comida de casa en su "lunch box", y se sientan a las mismas mesas; los y las docentes se sientan en una mesa desde la que ven el resto de mesas y pueden dar indicaciones al alumnado si es necesario. Cuando acaban, vuelven a sus clases pasando por el servicio para lavarse las manos. 

5. En la escuela primaria (hasta 5º EP) las familias pueden ir a comer con sus hijos e hijas siempre que lo deseen, incluso diariamente. Pueden comer la propia comida de la cantina, pagando un poco más (menú de adultos). En la escuela secundaria (hasta 2º ESO) no estoy segura de si se puede hacer o no, aunque sí tengo la certeza de que a mi hijo no le gustaría nada que yo tratase de comer allí con él...

6. La comida no es especialmente saludable, y en esto sí hay polémica (se debate incluso en el Congreso) aunque siempre hay opciones: no se ofrece una sola posibilidad, sino varios menús, y platos adicionales, como chips, fruta, leche, galletas, pero además uno puede llevarse lo que quiera   en su paquetito para el almuerzo.

Como podéis observar, el sistema es bastante sencillo y coherente. Para mí hay que destacar un par de cosas:

- la libertad en cuanto a lo que se come no tiene relación con el nivel de ingresos, porque la política de subvención de la comida es verdaderamente inclusiva y extensiva; en mi opinión quedan absolutamente salvaguardados los derechos de los niños y niñas a comer razonablemente, con independencia de su condición socioeconómica, y los de sus familias, puesto que toda la diversidad en cuanto a alimentación es admisible, al permitirse que cada persona pueda llevar su propia comida. De alguna forma, se reconoce la mayoría de edad de las familias para alimentar a sus hijas e hijos de acuerdo con su propio criterio o creencias, si en su escala de valores esto está tan arriba como para renunciar a la comida virtualmente gratuita que ofrece la escuela. Se reconoce tácitamente que la alimentación "general" es la del grupo cultural dominante, y las motivaciones religiosas o de otros sistemas de creencias u opciones no se consideran a la hora de elaborar los menús: no hay religión en la escuela, y punto (sobre esto podríamos hablar largo y tendido...)

- durante el acto de almorzar, el alumnado sigue estando inmerso en la jornada escolar, y aunque es la comida menos importante del día, siempre, a lo largo de su vida, será una comida social y tendrá lugar en su lugar de trabajo. Creo que esto merece una reflexión... El desayuno y la cena permanecen bajo la "jurisdicción" de la familia, y se acepta, en la escuela elemental, que también lo sea el almuerzo, pero en el recinto escolar previsto: la cantina. Nuestros comedores pueden ser un infierno, lo sé, pero creo que el tiempo (2,5 horas) y las subcontratas (la ausencia de docentes) son la causa. 

- las preocupaciones sanitarias, que están detrás de algunos de los argumentos leídos en este artículo de El País, no parecen ser prioritarias, ni un problema. Sé que en muchos centros no se tolera la entrada de productos con frutos secos, pero el resto de cuestiones, como la existencia de neveras, o de microondas, no dejan de ser excusas. Ni cuestan tanto dinero, ni son imprescindibles para hacer una comida ligera en el centro escolar. 

En resumen, existe una limitación cultural (platos copiosos al mediodía que emulen la comida della mamma, y sus maneras también); una económica (la comparativa entre el precio de la comida de comedor y el salario medio o mínimo en ambos países es demoledora); y una sindical (la vieja reivindicación de maestros y maestras de no tener nada que ver con el comedor, aunque recordemos que su salario es, aproximadamente, la mitad, para una jornada semejante).


martes, 1 de mayo de 2012

Primero de Mayo

Il Quarto Stato, de Giuseppe Pellizza da Volpedo (1868-1907) Wikimedia
Me siento obligada, desde la distancia, a expresar mis ganas de estar allí, con todos vosotros y vosotras, marchando de nuevo con miedo... pero con la certeza de que no merecemos este desprecio a lo que con tanto esfuerzo conseguimos: garantías frente los abusos del poder. Si hay algo que decir este Primero de Mayo bien alto y bien claro es que podemos perder poder adquisitivo, trabajo, vivienda digna, calidad en la educación, pero no estamos dispuestas a perder el derecho a decir que es injusto. Este Primero de Mayo  reivindico mi derecho a disentir y a luchar por aquello en lo que creo, el derecho a que la policía me defienda y no me ataque, el derecho a que mis hijos sigan viviendo sin miedo al gobierno y a sus fuerzas del orden. 

Renuncié a la economía planificada, como tantos, pensando que no valía tanto como la libertad de expresión y de elección. ¡Que ingenuidad la nuestra..! Fuimos libres mientras le interesó al mercado, libres para hablar y para comprar. Ahora no le interesa, está ocupado en otros menesteres, y no puede permitirse distracciones, así que, aquí se acaba esa libertad que nos vendieron en lugar de la justicia y la igualdad. Suena dramático, pero hay unos cuantos jóvenes encarcelados, hace pocas semanas murió otro... todo ello por salir a la calle a decir lo que pensaban. 

Este Primero de Mayo quiero estar en la calle más que nunca.






miércoles, 18 de abril de 2012

La Educación es cosa de TOD@S

La imagen es de aquí

Estoy preocupada porque veo en mi timeline de Twitter y de Facebook observaciones que me sorprenden. No por su ingenio, no, sino más bien por su falta de profundidad... o porque, a mis ojos, se quedan superficiales, viniendo de personas que tengo en muy alta consideración, tanto intelectual como ideológicamente (lo afectivo, en este artículo, pensaba dejarlo de lado...)

Hemos entrado en un periodo oscuro para el servicio público, para la sociedad del bienestar; especialmente afectada se ve la Educación financiada con fondos públicos. El ministro Wert (ese que no da una) ha propuesto una serie de medidas a las comunidades autónomas para reducir el "gasto" en sus respectivas partidas educativas (totalmente transferidas las competencias de prestación de este servicio no puede hacer mucho más en el corto plazo) y así contener el déficit público global del Estado. 

Se confunde gasto con inversión, como dice mi amigo @jonsarean, porque en Educación todo lo que se gasta se recupera en forma de ciudadanos y ciudadanas educados; pero esto no es exclusivo de la educación; en investigación está pasando lo mismo; y en sanidad, aunque no me lo he estudiado a fondo, está ocurriendo más de lo mismo (presumo que la medicina preventiva se verá muy afectada): es un problema de las democracias parlamentarias, que son cortas de vista, y la mirada no les alcanza para nada que vaya a ocurrir "más allá del horizonte" de su mandato, esto es, pasados 4 años... 

Supongamos que se decide que las mamografías preventivas a mujeres en edad madura, como yo, se realicen cada 4 años, en lugar de cada 2 (que era la pauta en Navarra); el ahorro está claro... si uno no sabe conjugar el futuro imperfecto: ¿cuánto costará el tratamiento de aquellas mujeres cuyo cáncer de mama no se detecte precozmente, en comparación con el coste de la mamografía más el del tratamiento precoz? ¿Y cuánto costará lo que no se puede pagar con MasterCard? (la primera interrogación es sobre números, la segunda sobre seres humanos, personas, que casi siempre están detrás de los números...)

El coste a 20 años que tendrá para una sociedad reducir la inversión en Educación, en la medida que ha estimado necesaria el gobierno del Estado para reducir el déficit público de este año, y las que está tomando para asegurar esa reducción un número indeterminado de años es... ¡incalculable! Quienes creemos en la Educación como motor del cambio social, y personal, sufrimos porque nuestro modelo de sociedad y de desarrollo se aleja de nuestras manos un poco más, y presumiblemente, de las de las próximas generaciones: es una cuestión filosófica, ideológica, y también práctica, porque para nosotros y nosotras, el combustible que mueve el mundo no son las diferencias que llevan a unos desear estar en el lugar de los otros, sino la colaboración, la resolución conjunta de los problemas, la solidaridad y el anhelo de vivir en un mundo más justo y más libre. Estas creencias, sueños o ideas no son exclusivos de las personas que trabajan en las escuelas, o de las familias de los niños y niñas que acuden a ellas. No es como soñar con un convenio mejor para los trabajadores del metal. Y de igual forma, la lucha, la exigencia, la movilización, sean estas del tipo que sean, usen los medios que usen, han de ser CIUDADANAS, y pensando en el largo plazo, en el futuro. 

Podemos, también, aventurar algunas consecuencias inmediatas de las medidas propuestas por Wert: abandono temprano del alumnado por falta de adaptación; fracaso por necesidades educativas no atendidas; deterioro del clima de aula, de trabajo, de convivencia en el centro; fracaso en las PAU, o en la propia Universidad; Loly Álvarez, @peralias, hace una buena revisión de las implicaciones de algunas de las medidas en su último post. Hay muchas cuestiones de orden práctico que van a afectar a la calidad del servicio educativo. Algunas de ellas incidirán muy directamente en el desempeño profesional, en las condiciones laborales del profesorado. Y tendrán repercusión en el alumnado, y en las familias también. Es posible considerar que las y los docentes, como trabajadores, y como profesionales, puedan manifestarse en contra, y llevar a cabo protestas sectoriales, como cualquier otro grupo o sector; muchas de esas reivindicaciones tendrán un fuerte apoyo de otros trabajadores, o de otros colectivos a los que las medidas también afectarán, y con los que tienen fuerte relación, como asociaciones de estudiantes y asociaciones de padres y madres de estudiantes. De hecho, la Plataforma por la Enseñanza Pública está constituida por todos los sectores (aunque no por todos los colores), y ya ha anunciado que convocarán movilizaciones en todo el Estado. Creo que la Plataforma piensa en un modelo de servicio educativo (o varios, pero parecidos), y por tanto en el medio plazo. Y nuevamente es una iniciativa CIUDADANA. También hay iniciativas ciudadanas que celebran las medidas, concretamente la Concapa, que no sé si es que no dice lo que piensa, o es que no piensa lo que dice...

He "oído" algunas voces inesperadas, como dije al principio, preguntándose si las familias, los padres y las madres, no deberían empezar a hacer algo... Y creo que la pregunta está fuera de lugar, pero es muy posible que no entienda la pregunta. Y si yo no la entiendo, tal vez necesita ser reformulada.  Las familias, y las personas que no tienen familia también, en general, ciudadanos y ciudadanas, estamos haciendo lo que nos parece correcto a cada uno; nos manifestamos, escribimos en nuestros blogs, compramos camisetas de la #mareaverde, twitteamos indignados, o tristes, o desesperados por la ignorancia, estupidez o mala fe de nuestro Ministro. Algunos, como apuntaba @ainhoaeus, concentran sus energías en defender sus puestos de trabajo, o en buscarse uno nuevo. Lamentablemente, en el corto plazo, no vamos a parar nada con nuestras acciones, pero todo el mundo se pronuncia; llamar a las familias, específicamente, reclamar que "empiecen a hacer algo", es desconsiderado con las que ya lo estamos haciendo, pero sobretodo, es un error de estrategia, sobre todo viniendo de algunas voces. Porque si precisamente en esas "voces" hay un atisbo de reproche, la guerra está perdida...

... o tal vez, insisto, no he entendido nada.

ADDENDA. Imprescindible la lectura de (a fecha de hoy) dos post, y los correspondientes comentarios, para completar el panorama:
- "Carta a las familias de mi centro" de Miguel Rosa y
- "Previsión Meteorológica: Tormenta Perfecta" de Fernando Trujillo

viernes, 13 de abril de 2012

La República Independiente de Juan

La foto es de Steve-h

Conozco a un hombre bueno; fumador, pero bueno. Es un hombre sencillo, que vive en el campo, trabaja para ganarse los cuartos (pocos) en un puesto estable de mileurista - será para siempre, el puesto, y el salario también.

De pequeño era un estudiante pésimo, y las maestras no sabían qué hacer con él. Era inquieto, y ponía una extraordinaria cantidad de energía en incordiar a las personas que estaban a su alrededor: compañeros, hermanas, o mascotas. La única persona adulta con autoridad real, según él, era Félix Rodríguez de la Fuente. 

La última vez que lo visité, estaba estudiando los cuaterniones, para un proyecto colaborativo de desarrollo de una plataforma para programar videojuegos. Así como os lo cuento.



Cuando digo que era mal estudiante, lo digo en serio. Sus resultados eran tremendos. Lo recuerdo un verano, en 2º de EGB, recibiendo toreando todos los días dos horas de clase, con la calorina que hace en Madrid en el mes de julio, y con el derecho a playa muy mermado en el mes de agosto a costa de los trabajos de recuperación. Consiguió a trancas y barrancas terminar la EGB sin repetir ningún curso, y llegó al instituto (esto no era opcional, porque en la familia, hacía ya dos generaciones, todos iban a la universidad, por las dos ramas). Allí consiguió entre junio y septiembre acabar 1º de BUP, pero ya 2º lo tuvo que hacer un par de veces. 

La imagen es de Tomás Reynoso
Cambió de instituto, y empezó a funcionar mejor: nuevos amigos, nuevos profesores... Consiguió acabar BUP, COU, aprender a coleccionar coleópteros, enamorarse, comprarse una cámara reflex, pasar la Selectividad, empezar una Ingeniería (entraría en los detalles del porqué), y mantenerse aferrado a ella unos DIEZ AÑOS, aprender a tocar el saxofón, programar un videojuego de Mus, volverse a enamorar, y por fin, montar una empresa con la carrera ya casi terminada. Una empresa que funcionó, en la fase experimental y a pequeña escala, durante casi dos años, pero que no llegó a desarrollarse del todo, por motivos esencialmente sentimentales - la vida es un todo.

Su siguiente paso fue terminar Ingeniería, mandar un CV (uno) y hacer unas pruebas psicotécnicas para una empresa pública. No tenían ningún puesto en ese momento abierto, pero le contrataron igualmente, en vista del resultado de las pruebas. Al poco tiempo, decidieron el puesto al que querían asignarle, como desarrollador de aplicaciones, administrador de bases de datos, y no sé cuántas cosas más relacionadas con el mundo agrario, aunque a 250 Km de casa. Eran los años 90, y estos perfiles pioneros en tecnologías se rifaban. Pero yo creo que había algo más... 

Cualquier persona habría accedido a moverse con la empresa cuando después de las maduras vinieron las duras, pero no él. Después de varios años, cuando se decidió concentrar a todos los empleados en Madrid de nuevo, él se plantó. No sirvieron las ofertas de promoción o de mejoras salariales. Se había afincado en medio del campo, y no quería ni oir hablar de volver a Madrid. Así que les mandó a paseo e intentó buscarse la vida en el entorno que había elegido para vivir. Probó distintas alternativas durante un par de años, y finalmente, opositó, se situó entre los 10 primeros puestos, y consiguió ese trabajo del que os hablé más arriba.

La imagen es de Miles Skorpen
Por el camino, se emparejó con una mujer estupenda, y tuvo un par de hijos preciosos. Su trabajo le deja tiempo para cuidar de todos sus proyectos: los afectivos y los intelectuales. Pasa mucho tiempo trasteando en las redes, y tiene un corazón totalmente 2.0. A día de hoy, está convencido de que solo podrá desplazarse usando combustible un tiempo muy corto, y se ha puesto manos a la obra, a estudiar lo que hacen otras personas que viven en entornos rurales, y a investigar sobre formas de consumo sostenibles, y basadas en la autosuficiencia - y por tanto, aceptando la "localidad" en relación con la forma de vida, pero valiéndose de la "universalidad" que le proporcionan las TIC. 


Para mí, es un hombre que ha triunfado en la vida, porque ha podido (y puede) elegir entre dejarse arrastrar por las aguas del cauce principal, antes plácidas, pero ahora revueltas, y los arroyos y ramificaciones marginales, menos caudalosas y más navegables con su propia balsa. 

Ayer visité su blog, en el que hasta ahora exponía las fotos que roba a las aves desde su escondite, y encontré varios proyectos en marcha en la línea del "ciudadano autosuficiente". 


Este hombre es mi hermano, al que miraba con mirada crítica porque no se plegaba en casa, no se plegaba en la escuela, no se plegaba en los scouts, no se plegaba en el trabajo. Mi hermano no se ha plegado ante la vida, ante los demás. Es la persona más inteligente, creativa y satisfecha que conozco. Y más anti-sistema, también. Su familia sí que es una república independiente, y no lo de IKEA.

Ahora mismo, siento una gran admiración por el rumbo que, junto con su pareja, ha imprimido a su vida. Admiro, en particular, su capacidad para ser fiel a sí mismo, pese a todas las cuestas arriba que ha tenido que superar a lo largo de su vida. Y escribo sobre él por dos motivos: el primero, porque me siento orgullosa de poder decir que es mi hermano; y el segundo, porque creo que en la escuela hay muchas niñas y niños como él, maniatados, amordazados y con los ojos vendados; algunos de ellos, tal vez, aprendan a moverse, a expresarse y a ver, a través de todas esas "cárceles del alma" en que les encerramos los adultos, e incluso sus iguales bien adaptados; pero muchos otros prisioneros de nuestras expectativas y frustraciones perderán sus maravillosos tesoros infantiles en el camino hacia la madurez y se convertirán en personas adecuadas o fracasadas, o las dos cosas a la vez. 

La imagen es de Sarah Macmillan

Todavía hoy me pregunto qué es lo que salvó a mi hermano, qué es lo que le ha permitido seguir aferrado a las riendas de su vida y no soltarlas nunca. Apostaría que el amor de su padre y su madre, de sus amigos, de sus amantes, y posiblemente de algún docente (le preguntaré). Por encima de sus métodos y de sus ideas sobre lo correcto y lo equivocado, se puede adivinar el amor de las personas que han sido importantes en su vida. Qué suerte que ha sabido remezclar todas esas exigencias, reproches, besos, vociferantes discusiones, gestos de decepción, abrazos, amenazas, mañanas de pesca... y traducirlo, interpretarlo como una muestra innegable de amor.


Porque, seguramente, el amor es de lo único de lo que no podemos prescindir.





lunes, 19 de marzo de 2012

Familias y Escuela: Empatía, participación, diversidad y redes


Venía yo rumiando tras leer ecos del #EABE12... En particular, me quedé enganchada en una reflexión de Manuel Jesús en Direblog: "(...) en nuestro grupo había dos padres y una madre (éramos más padres y madres, pero contábamos como docentes)". Casualmente, también en Twitter se inició una discusión (suave, no más que un aleteo entre tres o cuatro aves revoltosas... ) en la que se acabó nombrando a los "especialistas escolares"... Así que decidí escribirlo aquí, Twitter es demasiado efímero.

Ya lo he dicho más veces: la clave de la participación de las familias está en querer que participen. Pero no todas las personas entendemos lo mismo por participar, o por querer, e incluso me atrevería a decir que algunas no tienen claro que sea bueno, por sí mismo, que las familias participen. Se me ocurren varias reflexiones, que tal vez ayuden a desenredar la madeja de lo que significa que las familias estén en la escuela, e incluso (nada me gustaría más) a convertir a los reticentes.

Imagen de Douglas Walker
Lo primero es ponerse en su lugar, en nuestro lugar, en el lugar de las familias: que los y las docentes recuerden que son padres y madres (los que lo son, claro), que tienen hijos e hijas, que a su vez tienen profesores y profesoras. Que recuerden cómo se acercan a los maestros y maestras de sus hijos e hijas, si se les hace necesario decir que son del gremio, o si por el contrario, ni lo comentan. Si acuden a las entrevistas a las que les citan, o les coincide con sus horas de trabajo; si les parece que es suficiente responder a las iniciativas del docente o si van más veces a la escuela a interesarse por aspectos generales de la gestión, de las instalaciones o del modelo pedagógico; si por el contrario, se mantienen a una prudente distancia porque ya conocen de primera mano lo incómodo que resulta tener a una madre o a un padre husmeando por allí. No bromeo, me parece que es imprescindible explorar en nuestras propias actitudes y sentimientos para entendernos y entender a los demás. Si resulta que no tienes descendientes, puedes simplemente recordar tus tiempos de escuela, y cómo recuerdas el papel que tu padre y tu madre jugaban en ella...

Para continuar, tratemos de entender lo que quiere decir "participar". La escuela es el instrumento del que se ha dotado la sociedad para la educación de nuestras hijas e hijos. El uso de estas palabras, "sociedad" y "nuestras", conlleva al menos dos niveles distintos de participación. Por un lado, las familias son reconocidas por la sociedad en general como un agente o sector dentro de la Educación, de la Escuela con mayúsculas, o más bien como la forma en que la sociedad está presente en ella, y por eso la ley prevé una serie de mecanismos para el control social y democrático de lo que ocurre dentro de las escuelas (ayuntamientos aparte), desde el Consejo Escolar del Estado hasta la figura de delegado o delegada de grupo, incluyendo el papel que de forma bastante hegemónica se otorga a las federaciones y asociaciones de madres y padres. Para mi gusto, esta participación de la sociedad se queda extraordinariamente corta para lo que podría ser, pero ese es otro asunto. Sin embargo, existe otro nivel de participación: el que está asociado al hecho de que sean MIS hijos e hijas los que están en una escuela concreta, con una determinada maestra o maestro, y unos compañeros y compañeras. Ese nivel de participación no está tan claramente regulado, porque no es posible regular la educación que cada familia quiere dar a sus hijas e hijos, y es el que me gustaría desarrollar en este artículo.
Imagen de josesoyo

La participación no puede entenderse como la lectura fiel de un guión escrito por otros. No podemos pretender que todas las familias participen de la misma manera, ni interpretar que la falta de adecuación a ese guión es desinterés o desidia. No podemos blandir la diversidad como riqueza en una mano, y con la otra expulsar a los que no se ajustan al esquema establecido por nosotros mismos. No podemos criticar la falta de compromiso de los que están más lejos y rechazar el exceso de celo de los que se acercan más. Participar significa comprometerse, pero también capacidad para decidir, para cambiar, para intervenir; no es un sinónimo de escuchar, obedecer e informar. Cuando yo digo que quiero participar activamente en la educación que la escuela de mis hijos les da, lo que digo es que quiero pactar con la escuela tanto lo que se espera de ellos y de mí, como lo que la escuela les dará a cambio. Pactar, sí, eso he dicho: la otra cara de la moneda de la participación de las familias es la pérdida del control absoluto de los procesos educativos por parte de la escuela.  

En este punto, me parece interesante traer a colación un texto que proponía @salpegu en twitter, de Miguel Angel Santos Guerra, "La escuela que aprende", y extraería esta cita:

"Los padres se consideran inexpertos en cuestiones de enseñanza, y los mismos profesores se encargan de recordarlo. El profesionalismo actúa como una barrera disuasoria..."


Un ejemplo, que creo que muchas personas, hombres y mujeres, entenderéis: participar en las tareas del hogar no es ir a la compra con la lista que te ha hecho tu mujer, o pasar el polvo cuando te lo piden; es repartirse el trabajo de manera consensuada, aunque las tareas finales sean las mismas. El primer modelo te deja fuera de las decisiones, y también de las responsabilidades; te empequeñece, y no te hace sentirte parte; el segundo modelo te responsabiliza, y te reconoce en tu condición de adulto capaz.

Sigamos. Como tercera observación, una obviedad: ni las familias ni los docentes ni el alumnado de una escuela se pueden ventilar con una etiqueta, ya que todo lo que digamos será solo una aproximación a la realidad... Cada familia, como cada alumno o cada maestra, es diferente; cada familia entiende la relación con sus hijas e hijos de manera diferente, así como su educación y la relación con la escuela; de la misma manera que cada niño o cada niña van a la escuela y trabajan con distinto talante, y cada docente entiende su trabajo de manera diferente. 

Imagen de Julie Falk
He trabajado muchos años de cara al público. He tenido que escribir muchos carteles, redactar muchas instrucciones y mantener muchas conversaciones para y con mis usuarios. Y si no hacía un esfuerzo por entender lo que le iba a mi interlocutor en aquello de lo que hablábamos, no llegaba a ninguna parte, no podía ayudarle. Si basaba mi entendimiento en juicios previos, suposiciones o experiencias anteriores con otras personas usuarias del servicio, acababa con severos malentendidos. Porque cada persona es diferente, y si el servicio que prestas es un poco complejo, esta diferencia se hace absolutamente patente. La educación es, reconozcámoslo, un servicio complejo, y para prestarlo con calidad, es necesario atender a cada uno de acuerdo con lo espera del mismo. Eso no quiere decir que esas expectativas sean correctas, legítimas o ni siquiera razonables, y tampoco hay por qué considerarlas inmutables. Pero lo que, desde luego, no es admisible es que las expectativas de las familias respecto de la escuela y de sus propios hijos sean impuestas, unilateralmente, por la escuela. En particular, las expectativas en relación con el aprendizaje y el rendimiento escolar, deben estar adaptadas a cada individuo, familia, centro, barrio... Y para alcanzar eso hay que escuchar, casi tanto como hablar. 

Por último, me gustaría que cada maestro y cada maestra pensara en ese padre, o esa madre, con quien se entiende especialmente bien este curso. No sé si habrá más de uno, pero más de una, seguro. ¿Ya lo tienes? Pues ¡úsalo! ¡Pregúntale, comunica tus inquietudes! Una cosa es la discreción, y otra los secretos de Estado. A veces, es difícil entenderse con algunas familias. Puedo aceptar que incluso muchas veces. Pero entre las familias de una escuela, de una comunidad, hay redes que facilitan el entendimiento y la aproximación. Y sí, también hay casos perdidos, pero se hace difícil creer que sean la mayoría de las familias ¿no? No conseguirás la participación de las familias en la escuela hablando de ellas, sino hablando con cada una de ellas. 

Imagen de Marc Wathieu
Para la Secundaria no tengo propuestas, lo siento. Creo que a las familias, como al alumnado, se las educa desde Infantil (y esto lo siento también). Pero el sentido común, y el estadístico, siempre ayudan. La probabilidad de que todas las familias de un centro sean intratables o malas personas es casi nula. Más o menos, parecida a la de que todos y todas las docentes del mismo centro sean malos profesionales o malas personas. A título personal, casi siempre he recibido buenas palabras de mi hijo y de mi hija por parte de sus tutores, salvo en tres de ocasiones: la primera de ellas, una profesora me dijo que estaba muy decepcionada con mi hija, su rendimiento y su comportamiento; la segunda, el curso siguiente, una profesora me regañó por aportar mi opinión respecto a lo que preguntaba en la reunión de familias de principio de curso; ambas cosas me parecieron comprensibles, soportables, y las encajé razonablemente, aunque no estuviera de acuerdo; la tercera ocasión, dos años más tarde, una profesora me contó que mi hija era una egoísta porque preguntaba mucho en clase, una impertinente porque cuando le preguntaban qué carrera estudiaría contestaba "No sé, pero estudiaré en Madrid y no en Pamplona", y una inconsciente, como sus padres, porque había elegido el Bachillerato de Ciencias cuando sus inclinaciones eran artísticas. Para la falta de profesionalidad, de sentido común y de tacto de esta persona no tuve palabras. Para su soberbia y su estrechez de miras, tampoco. Estoy segura de que sus encuentros con otras familias habrán sido una fuente continua de malos tragos y experiencias amargas. Yo creo que bastaría con no agredir a la gente, culpándoles o poniendo en duda su trabajo como padres o madres. Si queremos, al menos, colaboración, a las familias hay que sentarlas al lado, no sacarlas a la palestra. 

La escuela está al servicio de la ciudadanía, y no al revés. Eso quiere decir que todo lo que se haga en ella debería ir dirigido a mejorar el servicio de la educación. Para mí es obvio que la mejora de ese servicio está también en el punto de mira de las familias. Pero también lo es que la idea sobre lo que debe ser dicho servicio no es la misma para todas las personas, sean estas familiares, docentes o alumnado. La disparidad en los puntos de vista, o la falta de conocimientos específicos sobre los procesos de aprendizaje o los contenidos de los mismos, no justifica la falta de transparencia de la escuela. 

Y, recordemos, la norma plantea un mínimo para la participación, no un techo. 

miércoles, 14 de marzo de 2012

Un cuento, nada más.

Voy a contar un cuento, una historia, sobre una escuela, una maestra, una familia y un niño. Un cuento que lo pone todo del revés, porque la vida es así, independientemente de lo que una espere, desee, o tenga previsto. 

Imagen de Ariel López
Este cuento es una ficción, más o menos. Cualquier parecido a la realidad es... un parecido. Pero necesito escribirlo para demostrar algunas cosas:

1. La experiencia personal es una fuente enorme de conocimiento, pero no necesariamente una guía para elaborar el propio código ético o sistema de valores. 

2. El conocimiento que aporta la experiencia personal no puede sustituir al conocimiento global sobre los fenómenos o los procesos, ni a la realidad, solo puede matizarlo, o ayudar a su comprensión. En educación, y en cualquier otra disciplina.

3. Las buenas maestras, como las buenas personas, se equivocan muchas veces: no solo cuando se arriesgan e innovan, también cuando se ciñen a lo conocido. 




Tipografía de Letrerías


abía una vez un niño, que es por donde deberían empezar todas las historias sobre la escuela. 


Era un niño silencioso, un poco triste, con unos ojos grandes y negros como túneles del AVE y un talento de talentos, por todos y todas conocido y apreciado. Como todos los niños, adoraba a su papá, a su mamá, y a su maestra. Pero no les entendía. No entendía por qué tenía que rellenar una cuadrícula con los números del 100 al 200, cuando ya sabía contar hasta infinito (o casi). O por qué tenía que escribir cuentas en un papel cuando las hacía de cabeza mucho más deprisa. O por qué tenía que trabajar en el cuadernillo de ortografía en vez de escribir su cuento, "Harry Potter IX". O por qué tenía que colorear el payaso de la ficha de inglés, si sus propios dibujos de payasos eran mucho más bonitos...

Durante un tiempo, se conformó a regañadientes, pensando: "Ya se les pasará". Pero solo pasaba los días... y nada cambiaba. Así que empezó a no poder... a no poder escribir en las cuadrículas durante más de 30 segundos seguidos, a no poder colorear, a no poder escribir las cuentas porque se distraía y tenía que volver a empezarlas cada rato... a no poder estar sentado en clase, a no poder callarse, a no poder decir gracias y por favor... Y a equivocarse en esto y aquello y lo de más allá. Se convirtió en un mal alumno...

Su papá y su mamá estaban muy preocupados, y su maestra también. Por eso un día, quedaron para hablar. Todas sabían lo que pasaba, pero la solución no era fácil. El papá y la mamá querían que al niño le siguiera gustando la escuela (y las matemáticas),  y entendían que eso solo podría pasar si toda esa parte de escuela que venía a casa cambiaba. Pero la maestra no estaba de acuerdo, porque le resultaba difícil manejar esa situación delante de los otros niños, y porque pensaba que era necesario el trabajo en casa para que los niños y niñas adquiriesen hábitos de estudio personal. El papá y la mamá entendían su punto de vista, y lo respetaban, aunque no estaban de acuerdo.

Imagen de Ra Moyano
Por eso le propusieron elaborar ellos mismos material para trabajar en casa, e incluso en la escuela,  puesto que entraba dentro de sus posibilidades. Así, podrían favorecer ese hábito que parecía tan importante para los niños de 8 años, y a la vez, plantearían a su hijo actividades y desafíos que le sacaran de su aburrimiento y le hicieran reconciliarse con la escuela (y con las matemáticas). El plan pasaba, naturalmente, por trabajar en ideas y conceptos totalmente ajenos a lo que pudiera ser estudiado en cualquier curso de la escuela primaria y secundaria (bases de numeración, lógica matemática, problemas de ingenio, teoría de conjuntos...) de forma que no interfiriese con los procedimientos aritméticos y geométricos básicos (y menos básicos) que constituyen las matemáticas de estas etapas. Y la maestra dijo que no. Como (casi) siempre en esta vida, las personas no son buenas ni malas: muchas veces solo tienen miedo. Miedo a equivocarse, o a perder el control. Y rechazó la colaboración de un papá y una mamá en la educación de su hijo, así, de un plumazo. 

Pobre maestra... y pobre niño... y pobres papá y mamá. Pero como era una buena maestra, y quería lo mejor para el niño, le dio lo que sabía darle: cariño y atención. Menos mal, porque en lo académico, casi nada cambió: unas pinceladas de enriquecimiento, supeditadas a la finalización en plazo de las tareas ordinarias, estrategia que se demostró inútil al poco tiempo. Si hay algo difícil de reparar sin hacer algo radicalmente diferente es la pérdida de la motivación interna. Él sufría, su papá sufría, su mamá sufría, su maestra sufría... porque no basta con hablar de los problemas: hay que darles solución.

Y pasaron dos años, con temporadas peores y temporadas mejores. Ahora el niño ya no era tan pequeño, ya estaba entrando en la preadolescencia. Ese picorcillo interior constante en que se transformaba su frustración le llevó a hacer una trastada. De las gordas. De las que podrían poner en peligro la integridad física de terceros. Y entonces, por fin, hubo suficientes razones para tomar una decisión que le cambiaría la vida... por dos motivos: porque le rescataron de la clase de matemáticas y porque le rescataron de su pozo personal.

Imagen de Walala Pancho

El niño no tuvo que volver nunca más a la clase de mates en sus restantes años de escuela primaria (aunque a veces estuviera en el aula mientras la maestra explicaba a otros la lección, y aunque se examinase cuando tocaba). Si le hubieran preguntado a él, posiblemente habría elegido estar en la biblioteca mientras tanto, investigando sobre los dioses griegos o disfrutando de una buena historia; incluso aprendiendo a programar de forma autodidacta, vaya usted a saber. Pero naturalmente no le dieron a elegir, sino que le asignaron a una persona de apoyo que cuidaba de él, en el sentido más amplio: le hablaba, le escuchaba, y también trabajaba con él las ideas, conceptos y procedimientos matemáticos. Y esto le salvó. Se volvió alegre y expansivo, y un magnífico estudiante, un alumno colaborador y un buen compañero, siempre dispuesto a ayudar a otros niños y niñas. 

Imagen de Ariel López
A la escuela le costó casi tres cursos entender que el aburrimiento mata, y otros dos que resucitaran su confianza en sí mismo y sus ganas de seguir aprendiendo en ella. Y durante todo ese tiempo, el niño nunca dejó de querer a la maestra, e incluso aprendió a querer y a hacerse querer por los nuevos maestros que siguieron. Papá y mamá acudían a la escuela regularmente para conocer de primera mano cómo iban las cosas; se sentían aliviados y agradecidos por haber tenido la suerte de ser destinatarios de una solución que apareció como por arte de magia. Pero nunca se sintieron partícipes de las decisiones. 


Este cuento aún no tiene final pero, posiblemente, será un final feliz.



PD. Todos los niños y niñas son diferentes, pero todos necesitan cariño y comprensión. Y todos merecen ser tenidos en cuenta. Los niños y las niñas, en la casa o en la escuela, son sujetos, protagonistas de sus vidas, no objetos, personajes secundarios de las nuestras.

domingo, 4 de marzo de 2012

#EABE12: Hacer posible lo ¿imposible?





Actualización: En los créditos deberían estar las personas del CEP de Marbella-Coín, que ha mantenido la wiki de eabe11 y han recopilado las imágenes. Mi reconocimiento especial a @JavierJValdivia y @Tictiritero, pero si me dejo a alguien (que es lo que pasa SIEMPRE que una hace una lista detallada), por favor no se me ofendan: fue un despiste, y estoy deseando darles crédito. De corazón.

Untitled from Nicolasa Quidman on Vimeo.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Sobre no escolarizar: sociedad, educación y escuela

La foto es de aquí
Llevo días pensando en escribir esta entrada, después de una experiencia interesante (este año está siendo pródigo).

Respondí a un anuncio en el que pedían una profesora (en inglés, teacher, que es neutro) para dar clases de español a unas niñas preadolescentes homeschooled (enseguida entraré en detalles sobre el término). El requerimiento era que fuese capaz de enseñar español de una forma "creative and out-of-the-box". Por supuesto, en un simple email con unas pocas ideas hilvanadas cautivé a la contratante, y concertamos una entrevista, que no fue tal, sino una "clase de prueba". Por supuesto también, la ratio horas de preparación vs horas de "aula" fue de 20 a 1, aproximadamente (pero no sos vos, soy yo). Pero vamos al grano. 

Llegué al lugar de los hechos (un edificio pequeño de apartamentos); la señora con la que había contactado bajó a abrirme el portal descalza (irrelevante) y subimos al apartamento en el que tendría lugar la clase. Exactamente detrás de la puerta estaba la cama, al lado un sofá pequeño, y encima de este dos niñas recostadas contra el respaldo y tapaditas con una manta (yo iba en camiseta, for the record). Me ofrecieron un sillón bajito y en el que no me cabía el culo (lástima). Así que busqué un asiento alternativo (lo cuál era realmente difícil). No había una mesa, ni una carpeta en la que apoyarse para escribir... muy hogareño. Las dos niñas (una de 11 y otra de 13 años) estaban lánguidas y me resultó extraordinariamente difícil conectar con ellas. Prometo que no era (en lo que yo vi) un entorno estimulante y lleno de sabiduría y conocimientos varios colgando de las paredes y dispuestos para que las niñas alimentaran su mente y su alma. Más bien daban ganas de echar una siesta... Cuando faltaban unos 15 minutos para terminar, llegó una tercera niña, más pequeña, que se incorporó (sí, a duras penas) a la actividad que estábamos haciendo. No diré que yo estaba "en estado de flujo", como llama Daniel Goleman en su Inteligencia Emocional (al parecer, tomando la idea de Mihály Csíkszentmihályi) a ese estado que todos y todas conocemos y que te hace salir de una clase con un sentimiento de plenitud... Sin embargo, creo que la suerte estaba echada: la combinación de mi falta de experiencia (que no de entusiasmo) y la falta de información "acerca del grupo" no resistieron la prueba, no saltó la chispa (ya sabéis, ESA chispa) y supe después que las niñas, en democrática elección sobre su formación, no me eligieron.

No entraré a juzgar el procedimiento selectivo (me reservo mi opinión, que es bastante radical y contradictoria consigo misma). Pero sí me parece interesante observar que no se conoce mucho esto que se llama "homeschooling" en las esferas en las que se denosta. 

Para hacer honor a la verdad, este término, en este caso concreto significaba que la escuela está en una casa. Pero no es home, el hogar de las niñas, sino la escuelita que se ha montado una profesora, que (tal y como me explicó) solo quiere atender niñas, y además motivadas y deseosas de aprender, a la par que bien educadas. Casi ná. ¡Le deseo suerte! Pero esto, en concreto, es una escuela excluyente, sin control de calidad y evasora de impuestos. Es un fraude. 

Y ahora sí, lo que pienso, en general, de la potestad de los progenitores para elegir la forma de escolarización o de desescolarización de sus hijos e hijas, y de la potestad de los estados, como representantes de las sociedades y/o garantes del bien común, de legislar cómo debe vivir su vida la ciudadanía, y cómo debe transmitir y perpetuar sus valores, aunque el principal valor pueda ser subvertir el orden existente... 

La foto de aquí
Pues bien, pienso dos cosas diferentes. 

El otro día compartí en Twitter este enlace, interesantísimo artículo de una mujer que (como ella misma confiesa) no estuvo escolarizada, sino que su madre y su padre se encargaron de su educación y formación. Me gustó lo que leí, y me recordó la parte positiva de  la no escolarización: proteger a tus hijos e hijas de un sistema lleno de gente buena, sí, y gente mala, y mediocres; un sistema que en general no va a potenciar las capacidades que tú sabes que tienen, y que, si tú lo organizas, y le dedicas tu tiempo y tu energía, y además usas el sentido común, podrás ofrecerles la mejor alternativa del mundo. Y esto, nuevamente, es una práctica excluyente (faltaría más). Pero lo que argumentan los detractores de la no-escolarización es que a esas niñas y niños hay que protegerles de sus padres y madres... La autora del artículo cuenta su experiencia en una de las clases de la universidad. Es una experiencia comparable a la que, continuamente, niñas y niños con la autoestima por construir, se ven sometidos, sin una defensa para humillaciones y maltrato más que lo que (vaya, qué sorpresa) sus familias les enseñan en casa. Así que, nuevamente, tenemos la excluyente realidad de la escuela para todos cuando todos los hogares son diferentes, incluso aquellos que no existen...: por supuesto, siempre habrá realidades peores que la escuela. 

La foto es de aquí
Así que, para equilibrar la balanza, oscilante en torno a una posición de equilibrio que está aún por llegar, aparece este artículo, Hugs and High-Fives, absolutamente emocionante, que prometo traducir en breve para quienes no entiendan suficiente... Pero, en resumen, lo que dice es que la escuela debe ser un hogar para quien no lo tiene, y una silla rígida para quien en su casa solo tiene alfombras, y una alfombra mullida para quien en su casa solo tiene terrazo. La escuela debe darle a cada uno lo que necesita para aprender. Porque la escuela puede. Tiene los medios (perdonad este abuso del lenguaje), y tiene el fin. 


Y solo hay un motivo que nos hace dudar (a algunas al menos) sobre la obligatoriedad de la escolarización: la escuela no está dando, a día de hoy, lo que cada niño y cada niña, necesita. Ni la administración. Ni la sociedad en general. Y eso es, en realidad, la práctica más excluyente de todas...

PD1. Gracias @jrfern por tu desinteresada labor de edición.
PD2. Imprescindible este post de @juanjomunoz, especialmente por el debate en los comentarios y por los enlaces que aporta el personal. Gracias, @chelucana.
PD3. Aquí enlazaré la traducción prometida.


domingo, 5 de febrero de 2012

¿Hay demasiados titulados universitarios?

La foto de aquí
Mientras leía la intervención del ministro Wert ante la Comisión de Educación del Congreso, percibía casi en cada línea la demagogia detrás de los datos, presentados de forma que parezca que respaldan la propia argumentación, en la velocidad del discurso hablado. Sin embargo, siempre se escapa algún detalle, algún matiz del léxico o del tono que traiciona la estética del discurso... es como si se abriera una puerta y el olor a humedad y oscuridad que estaba encerrado detrás te golpeara la cara con fuerza. 

"Estamos YA por encima del objetivo de población universitaria que marca la Estrategia Europa 2020 de la Unión Europea ", señala el Ministro, a lo que sigue una enumeración de datos sobre lo que el considera disfunciones del sistema universitario. El objetivo que menciona se concreta en que al menos un 40% de la población entre 30 y 34 años haya finalizado estudios terciarios, y de acuerdo con los datos que están publicados, esto ocurre en España ya, y la previsión para 2020 es del 44%. Pero el tono, era como "Esta tarta ya hay que repartirla entre demasiadas personas, vamos a parar un poco el carro." Y en mi cabeza sonó un click... 

Y todas aquellas viejas discusiones de hace 25 años sobre la conveniencia de que la población estuviese formada o sobreformada, la eliminación de la entonces llamada Selectividad... un retorno a las rancias peleas de la transición entre los valedores de la cultura para todos y los que defendían que era malísimo que los camareros y dependientas fueran licenciados en Historia, Filología Árabe o Bellas Artes... Ya entonces me preguntaba yo: ¿y esto, por qué habría de ser malo? 

Y la respuesta estaba clara: ¿quién iba a querer ser camarero o dependienta, pocero, peón o auxiliar de peluquería? Resulta que las largas y consolidadas estirpes de abogados, médicos, arquitectos... iban a tener que vérselas con la hija del conserje y competir en el mercado libre contra el ímpetu de los "escaladores sociales"... Ay, la democracia, qué cosas tiene...

Sin embargo, puestas así las cosas, si todo el mundo pudiera y quisiera ser ilustre titulado universitario, siempre habría países enteros dispuestos a exportarse por una miseria aquí (una fortuna allá)... o de fabricar cualquier cosa que necesitemos en condiciones que nuestra legislación ni siquiera permite. Y nosotros encantados de comprar enseres útiles e inútiles en el TODO A 100 de la esquina, encantados de llevar zapatillas de marcas que explotan a los niños. encantados de acoger a los vendimiadores y peones y limpiadoras y acompañantes, que nos hagan el trabajo sucio (o más bien, manchado por nuestra soberbia, pero imprescindible para que sigamos funcionando). 

Desde pequeña le preguntaba a mi padre (ingeniero y comunista, las dos cosas) que por qué razón los basureros no eran los que tenían el sueldo más alto de todos, surfeando cada noche por las calles de Madrid colgados en el camión, sobre los efluvios de toda nuestra mierda.  Y mi padre contestaba que estudiar era muy duro, y que los basureros a los 16 años se tomaban cañas mientras él estaba encerrado en la biblioteca. Seguramente era cierto, pero ahora... son tan niños que en algunas comunidades autónomas ni siquiera una caña. Eso sí, pueden ir a la cárcel. Tal vez deberíamos decidir si son o no son responsables de sus actos. Naturalmente, la respuesta es que unos sí, y otros no, pero no podemos legislar con las dos ideas en la cabeza. Son mayores para elegir, pero no para apechugar con su opción de bachillerato en dos años, pobres... los del bachillerato claro, los otros a currar y a producir, no vaya a ser que les de tiempo a pensar lo que hemos hecho con ellos.

Sí, me he ido por los cerros de Úbeda, pero en realidad, es el orden social lo que determina que tengamos que diseñar un camino alternativo que atraiga a la clase trabajadora, porque queremos que sigan trabajando en todo aquello que rechazamos como poco prestigioso o cansado o aburrido... la otra clase trabajadora, la que vive en la caverna soñando que es libre. Qué pena que el mercado no actúa en este caso en el interesante sentido de que el bien muy demandado sube de precio y el que es rechazado hay que ofrecerlo barato, barato... A lo mejor con tres horas de recoger basura a la semana se hacía una el mes más holgadamente que un abogado trabajando a destajo diez o doce horas cada día, y podría echar el resto del tiempo bloggeando... 

Entiéndase la hipérbole, y absténganse - si es posible, que los comentarios están para decir lo que cada uno y cada una tenga a bien decir - de consideraciones técnicas. Pero esta exaltación que hacía mi padre acerca de los muchos sacrificios que se exigían a aquellos que elegían estudiar - sacrificios siempre voluntarios - es el resultado de una ceguera y un resentimiento incomprensibles, y más viniendo de una persona generosa y militante como él. Algo en el camino de su razonamiento se me perdió, o nunca hubo razones sino emociones detrás de su argumento: a todos nos parece que merecemos más de lo que tenemos.

Y aquí podríamos entrar en todo ese rollo de que en Suecia (¿o era Dinamarca?) no tienen médicos suficientes porque no les merece la pena ganar tanto que luego se lo quiten en impuestos... Claro que  se han de compensar los pensamientos estratégicos a largo plazo con buenas recompensas, pero en el otro extremo, no es admisible que sea la extorsión de la miseria, el hambre, y la imposibilidad de criar a tus hijas e hijos con libertad para elegir, lo que te fuerce a aceptar un trabajo de mierda... 

Como sociedad, somos un fracaso. Sobre un reluciente modelo económico.



miércoles, 1 de febrero de 2012

La rebelión del sentido común (II): ¿Qué queremos?

(la foto es de aquí)

Me gustaría compartir algunas reflexiones sobre la reforma que propone el Ministro Wert. Vaya por delante mi posición, que dejé clara (creo) en el post anterior. Pero quisiera entrar a debatir algunos detalles de su propuesta, y mostrar un ejemplo de "visión constructiva". Tiene mucho que ver, también, con mi teoría de que las mayorías absolutas son absolutamente contrarias al espíritu de la Democracia, y que el buen hacer de la mayoría en el poder pasa por negociar las acciones de gobierno.

El cambio a 3+3 no creo que aporte por sí mismo nada positivo; los chicos - y pocas chicas - que realmente plantean problemas en la aulas, de los serios, no llegan al 4º curso de la ESO casi nunca, porque acumulan retrasos escolares o porque se incorporaron tarde al sistema educativo. Además, ya sabemos que los chicos y chicas de 15 años no son quienes van a decidir. Decidirán sus padres, y por supuesto, en la mayor parte de los casos, elegirán la vía del Bachillerato, en tanto no se considere que la Formación Profesional ofrece realmente una alternativa formativa con posibilidades de futuro. Así que, presumiblemente, en las aulas seguiremos teniendo los mismos alumnos y alumnas en los mismos sitios. Sólo cambiará, en todo caso, el número de graduados... y tampoco lo tengo claro...

Sin embargo, tratemos de pensar en formas de aprovechar el cambio. ¿Qué posibles ventajas, organizativas o de otro tipo, nos daría el hecho de tener un mayor espectro de optatividad?¿Qué posibilidad hay de que se produzca un efecto positivo en el ánimo del alumnado que se gradúa - y el que no se gradúa - si se plantean programas de cualificación profesional realmente insertos en las escuelas profesionales de arte, de música y de FP?¿Y si el hecho de obtener esa cualificación profesional les otorgara simultáneamente, su graduación en ESO? ¿Y si eso les permitiera reingresar en la vía del bachillerato/selectividad/universidad, una vez que se sienten capaces y con dos títulos bajo el brazo? HAbrá que tener cuidado de no poner la meta muy lejos de la salida: pedir al alumnado que no quiere quedarse en el sistema que planifique estratégicamente a 3 años vista me parece una osadía. Pero si después del año obligatorio obtiene una primera cualificación profesional, con una año más su titulo de ESO y, con otro, su FPII, con acceso a la FP3 sin más trabas... No es más que un ejemplo; el camino alternativo debe tener sentido PARA ELLAS Y ELLOS, debe aportar una ganancia clara a quien lo elige, porque a los 14 o 15 años no podemos decir que no saben lo que quieren pero que carguen con todas las consecuencias de la inmadurez propia de su edad. Y porque QUEREMOS QUE SIGAN EN EL SISTEMA FORMÁNDOSE a la vez que crecen, maduran y toman las riendas de su vida.

Lo importante es conseguir que aún siendo obligatoria la educación, a ningún niño, a ninguna niña de 13 o 14 años se le ocurra que podría estar mejor en otro sitio. Si el bachillerato ya tiene 3 años, ya no hay nada que justifique que los tres años anteriores son "propedéuticos". La palabra suena a insulto, con toda la razón, pero la educación hasta ese momento DEBE SER BÁSICA ¿Qué impide ahora que al menos los dos primeros años de la ESO se trabaje por ámbitos?¿Qué impide que se de importancia a las competencias y conocimientos prácticos y útiles para la vida de todos? Creo que es una oportunidad para que la ESO sea lo que siempre debería de haber sido: una buena preparación que no esté condicionada por lo que venga después.

¿Qué importa si la idea original del ministro es separar al grano de la paja? No nos dejemos cegar por sus objetivos, creo que debemos utilizar sus planteamientos y propuestas irrenunciables para enganchar nuestras propuestas y planteamientos irrenunciables. ¿Sabemos cuáles son? ¡Claro! Queremos que la educación sea un factor de democratización y equidad, así que pongamos como primer punto de nuestro decálogo irrenunciable: atención especial por todos los motivos catalogados en cuanto lo solicite el director de un centro junto con las familias correspondientes.

Si lo que queremos es ofrecer alternativas al camino academicista, cuyo objetivo es únicamente acceder a la Universidad, alternativas para los y las jóvenes que no quieren o no pueden o no se sienten capaces de seguir esa vía las alternativas no pueden ser caritativas o de segunda, deben ser reales, ventajosas, acordes con su idea actual de proyecto vital, y de manera indispensable, que no comprometan su futuro por una mala elección. Pero sobre todo, sobre todo debemos intentar que sea una buena elección para cualquiera que la tome.

Si somos capaces de cambiar el horizonte, de ofrecer alternativas que puedan intercambiarse sin grandes dificultades, tendiendo puentes razonables y no cuerdas de esparto gastado como hay ahora, entre el camino académico y el profesional, y si abandonamos la retórica del esfuerzo, dejamos de hablar de caminos fáciles y caminos sacrificados, porque la elección está ahí para todos, con toda la información disponible, realmente es posible que salvemos algunas cosas, que consigamos que los que aprenden haciendo aprendan tanto como los que aprenden escuchando, o mirando, sin que ni lo uno ni lo otro sea un demérito.

Y la realidad es que si esto tan sencillo como permitir que cada niño y cada niña aprenda como mejor sabe, como mejor optimiza el proceso, desde que tiene 6 años - no HASTA que tiene 6 años, y si nos cuidáramos de que nuestra escuela les ayudase a encontrar y explotar también otras formas de aprender, en lugar de etiquetarles como ganadores o fracasados para que no se pierdan en el camino del instituto, no tendríamos tanto problema en dejarles elegir lo que quieren hacer con sus vidas... porque realmente estarían eligiendo.



La rebelión del sentido común: PACTO EDUCATIVO ¡YA!





Esta tarde he seguido en directo el desarrollo de la primera Comisión de Educación del Congreso de los Diputados, convocada por el ministro Wert. He disfrutado, o sufrido, y participado activamente en el debate en twitter, y espero que el gabinete del Ministro lo repase con todo el respeto y consideración que merece. He visto los ánimos muy alterados, pero sobre todo, he visto el desaliento de los docentes, muchos de ellos en lucha desde septiembre por la precarización que se está produciendo en la educación pública en general, y con especial ensañamiento en algunas comunidades autónomas. Me resulta extremadamente difícil pedir calma y reflexión a estas personas que están siendo desoídas, humilladas y zarandeadas por un gobierno autonómico prepotente y que no tiene respeto por sus empleados y empleadas, que no valora su trabajo ni las condiciones en que lo desarrollan.

Y sin embargo, creo que hay que hacer un ejercicio de elevación. Casi, casi, caminar sobre las aguas.

Ya nos ha contado el Ministro de Educación el tipo de reforma que pretende hacer: una reforma estructural, y que por tanto, afectará de igual forma a la educación pública y a la privada, concertada o no (aquí está la intervención inicial, gracias a @xarxatic)

Sabemos de buena tinta (el propio Ministro lo aclara con sus palabras) que es una reforma que pretende modificar los indicadores que nos dejan en tan mal lugar frente a otros estados de similares características socioeconómicas (el club de los ricos) - esto es, una reforma con objetivos cosméticos. Tendrá un coste elevado (todas las reformas estructurales lo tienen), no es el tipo de reforma que se necesita. En cualquier caso, creo que, después de la vivir la tercera reforma educativa consecutiva en 21 años (si no contamos el anterior intento fallido del Partido Popular con la LOCE del año 2000), sería un momento tan bueno como cualquier otro, incluso tirando a tarde, para trabajar por un pacto educativo global.

El Partido Popular sabe que no gobernará siempre, que dentro de 4, 8 o 12 años volverán las oscuras golondrinas de sus asientos su nueva ley a promulgar y las energías y recursos que consume hacer un cambio educativo con cada cambio de color del Gobierno no parecen dar los frutos esperados; por el contrario, este "baile" es la mejor garantía para que el sistema no levante cabeza nunca. Así que, no sé si será la edad o qué, pero esperar todos esos años OTRA VEZ para ver si es el del color alternativo quien se digne a promover un gran pacto de Estado en Educación me parece estadísticamente inútil.

Llegados a este punto, caben dos opciones:

1. Tratar de convencer al ministro Wert de que la reforma que propone no va a servir para mejorar nada, porque, como la anterior, tiene a buena parte del profesorado, la sociedad y la clase política enfrente. Este camino creo que es estéril.

2. Tratar de convencer al ministro Wert de que elija sus puntos irrenunciables, aquellos que, si no cambiaran nunca hasta el fin de los tiempos, merecerían la renuncia a esos otros puntos, también irrenunciables, claro, en el fragor de la batalla por el poder efímero que otorga la democracia, y sin embargo, renunciables al fin y al cabo.

Yo no puedo convencer al ministro Wert de nada, creo que ni siquiera soportaría su presencia física, ni telefónica. Pero tengo, como ciudadana, la responsabilidad de pensar, y la de exigir a mis representantes políticos - en este caso todos y ninguno - que trabajen por el bien común. Hoy me ha pillado la decepción en un buen día, y he decidido que todos mis prejuicios (que son muchos, y posiblemente, acertados) los iba a dejar a un lado para explorar lo que parece ser el cuerpo central de la reforma que se avecina: el cambio de 4+2 a 3+3, como os contaré en la segunda parte de este post. Pero la idea es que este proceso de reflexión sobre las ideas que pone el "contrario" sobre la mesa puede (y debe) extenderse a todos los puntos irrenunciables de unos y de otros, pero en esa irrenunciabilidad que solo se produce cuando el deseo real y el imperativo moral son ALCANZAR UN CONSENSO.

Por favor, señor Ministro: déjenos saber qué es lo que considera irrenunciable en un sistema educativo. Sea el concierto de los centros privados, sea la escolaridad obligatoria hasta los 14 o hasta los 18. Sea la Religión como asignatura. Díganos 6 puntos que considera irrenunciables. O 5, ó 7. Pero sea inteligente, porque después trataremos, entre unos y otros, de aportar otros tantos. Y lo mejor sería que todos los puntos sumen, aunque ya sabemos que algunos se restarán. Pero no pueden restar todos: se trata de construir, no de vencer al contrario. En este caso, o ganamos todos o perdemos todos, porque serán los hijos de nuestros hijos los que vivan en un Baile del Decenio, como sus padres y sus abuelos, o en un sistema que nos deje a todos encontrar lo mejor de nosotros mismos.

Esta oportunidad se ha presentado a todos los Ministros y Ministras de Educación anteriores, y ninguno ha sabido aprovecharla. Tal vez usted se atreva, tal vez usted valore que, una vez más, estamos ante una oportunidad de transformar nuestro sistema educativo en un lugar seguro en estos tiempos inciertos. Aunque no sea un sistema totalmente a su gusto, ni al mío, un sistema más estable y aceptado por todos sin duda será mejor que un sistema que cambie cada 10 años y siempre tenga a la mitad de la población en contra.

Por favor, señores representantes de la oposición parlamentaria, más o menos opuesta: traten de presentarle al Ministro su mejor disposición a dialogar, no den todo por perdido ni se refugien en su estatus de oposición para negar la mayor. Hay un sistema educativo que construir. Uno que sirva a todos suficientemente. Así que, ¡a trabajar!

¡Ah! Y cuenten conmigo para pensar, discutir, opinar, proponer, escribir y volver a pensar. Como ejercicio democrático, tener la oportunidad de depositar mi voto cada cuatro años se me queda corto.